Full text: Tomo 2 (002)

    
   
  
  
    
    
  
    
  
  
   
     
   
      
  
    
   
    
   
  
  
  
80 . LA CIEGA DEL MANZANARES. 
salvar su honor, que es el de la familia, adoptando 
á esa criatura y haciéndola pasar por nuestra. A 
este fin dispuse tu viaje y el aislamiento absoluto 
de Juana, pues de esta manera los síntomas del em- 
barazo de ésta no serían advertidos, y nadie podría 
extrañarse al saber que tú has tenido otro hijo. 
¿Comprendes? , | | | 
- Antonio estaba como si se encontrara sobre un 
. volcán: no osaba levantar la vista del suelo cre- 
yendo que en su mirada había de leer Emilia su 
delito, y la más cruel impa sciencia le devoraba. 
Cuando la infeliz esposa se repuso de su sorpresa, 
e dijo á Antonio: 
pa La verdad, yo no veo clara esta cuestión. ¿Es 
posible que mi hermana Pes. olvidado sus deberes 
y el respeto que ha de guardar á su nombre y á su 
, ámilia? Nunca lo hubiera pola: pero desgracia- 
da, AER los hechos lo SS tran, y es preciso re- 
conocer la triste realidad. Además, aquí entra lo 
que no puedo explicarme. Si esa des sgracia pesaba 
sobre élla, ¿por qué no me escogió á mí por conse- 
E jera? ¿Por qué en vez de contarte sus cuitas 4 tí 
no vino á hacer partícipe de ellas á su hermana? 
- ¿Por qué-en vez de pedirme protecci ión á mí fué á 
solicitar la tuya? Esa confidencia era más propia 
para hacerse á una mujer que á un hombre, má-- 
_xime cuando esa mujer era su hermana. 
- Antonio, que estaba perfectamente alecí cionado 
| por Juana, se apresuró á replicar: ; 
A IA querida Emilia, que tu hermana temía 
   
  
  
  
    
	        
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