Full text: Tomo 2 (002)

   
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
    
832 LA CIEGA DEL MANZANARES. 
    
El conde debe sentirse orgulloso de su sobrino, 
que ha sido el que ha descubierto la conspiración. 
Gracias á él se ha salvado el Gobierno de una 
derrota segura, y no dudo que el ministro accede- 
rá á los ruegos de la condesa, y por lo tanto pue- 
do considerar salvada á Isabel. 
Haciéndose estas reflexiones llegó don Félix á 
la morada de los condes de Magaz. 
Al cruzar el ancho zaguán, los porteros le salu- . 
daron con cariñoso respeto. 
—¡Buenos días! —les contestó don POE con afa- 
bilidad. | 
Para un médico siempre están abiertas todas las 
habitaciones de una casa; y acompañado por una 
doncella, penetró el doctor en el dormitorio de la 
marquesa. 
La infeliz señora hallábase sentada en el lecho, 
sostenida por grandes almohadones, que la ser- 
vían para reclinarse. ] 
¡Qué triste es siempre la habitación de un eh 
fermo! 
Inútil es que la moda y el lujo, prestándola su 
concurso, la adornen con riqueza, si el aire que en 
ella. se respira parece decir: «¡Silencio! Esta es la 
morada del dolor, y si la luz y la alegría pene- 
tran aquí con algún exceso, cometen una profana- 
ción.» | | 
- Por otra parte, la enferma era una belleza mar- 
chita por el dolor, una flor que moría por falta de 
agua y aire que la prestasen frescura y lozanía. 
  
  
  
  
 
	        
Waiting...

Note to user

Dear user,

In response to current developments in the web technology used by the Goobi viewer, the software no longer supports your browser.

Please use one of the following browsers to display this page correctly.

Thank you.