Full text: Tomo 2 (002)

    
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
   
     
  
  
  
- ñada. ¿No es verdad que esto es infame? Continuó. 
86 LA CIEGA DEL MANZANARES. 
voy á traer á tu hija Antonia para que lo oiga. Se- 1 
guramente le agradará más que á mí, —dijo Jua- A 
na con irónico acento. 
—No—replicó con gravedad Emilia,—no quiero 
que llames á mi hija, porque la historia que voy á 
- referirte no deben oirla las niñas. 
—¡ Tan terrible es!... —exclamó Juana, que pro- 
curaba tomar á broma un asunto que se la presen- 
taba muy mal, porque seguramente aquella entre- 
vista iba á tener un resultado nada favorable para 
éla. E | 
-_—Sí—repuso Emilia; —muy terrible es la histo- 
ria de una mujer perdida y de un infame, y no . 
quiero que mi niña «conozca á personajes tan re- EY 
- pugnantes. | | 
—¡Jesús, hermana, y qué entusiasmada te po- 
_nes! Vamos, ya te escucho, venga tu historia; pero 
| sé breve, porque la cabeza me duele, y no estoy 
para historias ni cuentos. 
- ——¿Conque te duele la cabeza?—dijo Emilia.— 
Pues á mí el corazón y el alma. Escucha: 
Eran dos hermanas, las dos casadas; una vivía 
aquí, la otra en provincias; enviudó ésta y fué á 
vivir á casa de la primera. | 
Poco tiempo después, aquella mujer, que hasta 
entonces había sido feliz, se vió abandonada por su 
esposo, que se había convertido en amante de su cu- 
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La casada, á instancias de su "marido, y desco- 
nociendo la inmensidad de su desgracia, fué á vi- 
 
	        
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