LA CIEGA DEL MANZANARES. 909
—¿Y ahora hace usted algo?—preguntó mon-
sieur Branet. |
—Nada: me dedico á conocer Madrid.
-— Mi amigo—interruampió Andres—acaba de
hacer un viaje á Granada y Córdoba; el estilo de
aquellos monumentos, sin rivales en su género, es
el que más agrada á mi amigo, y por esto, su pri-
mera visita ha sido á las poblaciones más ricas en
edificios pertenecientes á la dominación árabe.
Los apuntes que en su viaje ha hecho son muchí-
simos, y tiene pensado, ó bien pintar un cuadro,
ó hacer en talla algún dibujo para adorno. Su ac-
tividad es grande, y seguramente antes de poco
serán en España tan conocidas como en Inglaterra
sus producciones, ya que no su nombre, puesto
que continúa en su manía de ocultarlo.
—Pues es un mal, —dijo monsieur Branet, diri-
giéndose á Manuel.
Los artistas son apreciados, tanto por sus traba-
jos como por su nombre.
—Así será—repuso el joven; —pero hasta hoy,
_hunca he firmado mis trabajos. |
Como verán nuestros lectores, Manuel procura-
ba no mentir al contestar á las preguntas que se
le dirigían, aunque esto era inútil, toda vez que
con su silencio confirmaba cuanto Andrés hablaba
de él.
¿Es preciso que comprenda usted el perjuicio.
que le causa «su incomprensible modestia.