Full text: Tomo 2 (002)

  
  
    
LA CIEGA DEL MANZANARES. 
—«¿Es joven? 
—Bastante.. 
—¿Tiene simpático aspecto? 
-—Mucho. 
-—Entonces tenemos ya algo de nuestra parte. 
Veremos si lo sacamos absuelto. Hoy ya no se le 
podrá ver; pero mañana 4 primera hora iré al Hos- 
pital, y tendremos nuestra primera conferencia. 
—Excuso, señor de Gómez, hacerle á usted la 
más pequeña recomendación en obsequio al proce: 
sado. Tengo la seguridad de que cuando usted le 
Oiga y se convenza de la bondad que en su alma 
- atesora, llegará usted hasta cobrarle afecto. Yo se 
lo tengo ya. | : 
—Crea usted, caballero, que mi interés ha de su- 
perar á sus deseos de usted. 
—Así lo espero, y en esta creencia le doy ú un 1m]- 
llón de gracias. | 
Manuel se ofreció sinceramente al joven; éste le 
ofreció su amistad y su Casa, y se separaron. 
Manuel quedó muy satisfecho de su entrevista; 
- por su parte, el joven abogado, loco de alegría y 
| satisfacción, entró en el gabinete en que se halla- 
ba su madre, dicióndola: 
—Ahora sí que puedo decir que haré mi carrera 
Pronto. q 
Pues, ¿cómo es es so?—le preguntó la ] 
—«¿Sabes qué comisión traía la aiii que aca- 
ba de salir? 
  
   
  
  
  
     
	        
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