Full text: Tomo 2 (002)

  
    
    
  
LA CIEGA DEL MANZANARES. - 967 
sido terrible, la causa tan grave y la petición tan 
atrozmente grande, que no cabe, se lo confieso, 
amigo mío, la absolución que yo he pedido; pero 
tampoco puede prevalecer la monstruosa petición 
del ministerio fiscal. 
—¿Luego usted cree que me espera un presidio. 
—Esperemos, Casimiro; esperemos. 
En aquel momento volvieron 4 entrar los del 
Tribunal, y con las formalidades de la ley se dió 
lectura de la sentencia. 
La Sala, apreciando algunas de las circunstan- 
cias atenuantes aducidas por la defensa, estimaba 
que la petición del fiscal era excesivamente seve- 
ra, y condenaba al procesado 4 doce años de pri- 
sión. 
Casimiro, al oir aquel fallo, palideció, y hubo 
de asirse al brazo de Antonio para no caer al 
Suelo. 
—¡La cárcel, el presidio, la vergiienza y el re- 
mordimiento! ¡Ah, felizmente—exclamó,—no po- 
dré resistir tan terrible golpe! 
—i¡ Valor , Casimiro! —le dijo su defensor. 
do houeo don Antonio, cuando al escuchar 
esa infamante sentencia no he muerto de indigna- 
ción y de vergiienza. cd 
¡Me creen un asesino, me juzgan criminal; han 
sido inútiles sus esfuerzos para hacer resplandecer 
la verdad!... ¡Justicia, justicia, cómo te interpre- 
tan los jueces!... j 
Breves instantes después, Casimiro era conduci- 
   
	        
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