LA CIEGA DEL MANZANARES. 973
mio; pero en resumen, ¿usted sólo culpa de este
mal eravísimo á la política?
—Así es. Del desprestigio en que la justicia va
cayendo ante el país, ante la opinión, sólo la polí-
tica tiene la culpa. Un día ve el pueblo—eso sí, lo
Ve impávido—á un juez atropellado por cualquier
autoridad gubernativa, y que si de aquello se que-
Ja, se le reprende y amenaza por quien debiera
Salir á su defensa.
Otro día ese mismo pueblo ve al juez procesar y
- encarcelar inocentes, tan sólo para obedecer órde-
Des superiores y en aras de las conveniencias pú-
blicas; otro el castigo impuesto al juez, cuya ree-
titud no pudo servir á la obra de los caciques; otro
día observa que la carrera judicial es abundante
| £ranero donde los favorecidos cargan sin escrúpu-
lo, y donde se atiende á las necesidades y á las
“oncupiscencias de los amigos, no al culto de la
Justicia. | :
- Y después de esto, quiero que usted me diga si
hay motivo alguno para echar sobre el magistra-
do, sobre el juez, sobre el curial, sea cual sea su
Posición y altura, la culpa de males y vicios, de los
cuales los gobiernos, la política, y la manera de
Ser del país son los únicos culpables. e
—Veo que se va usted á un terreno de discusión |
€ el cual no he de seguirle—dijo Manuel; —entre
Otras razones, porque no es eso lo que discutíamos
Yo he querido hacer ver á usted que la curia pri-
Mero, y los tribunales de justicia son—salvo hon-