Full text: 2.a série, tomo 7 (1866) (1866,7)

  
   
asunto desde que oí citar vuestro nombre), 
este testimonio, digo, es una garantía sufi- 
ciente, y si de algo se os debiera hacer un 
Cargo seria solamente por imprudencia y lo- 
cura, pero no por cosas mas graves. En es- 
tas condiciones completamente honrosas para 
vos, no tengo el derecho, ni el deseo de pre- 
guntaros mas. Mañana, segun toda probabi- 
lidad, os mandaré llamar, 
Luego, con un signo de cabeza, en el que 
podia leer una perfecta benevolencia , mi je- 
fe me despidió. 
Mientras me dirigia 4 casa, resonaban en 
mi oido, como se comprenderá, estas pala- 
bras. 
Me habia visto en otra esfera social. 
¡En dónde me habia pues conocido 1 
Esta es la cuestion, como dice Hamlet. 
Excavando profunda y escrupulosamente 
mis recuerdos, recordando que habia visitado 
muy raras veces á Londres durante el tiempo 
de mi prosperidad, y que en las cortas apa- 
riciones que allí hacia, nunca me presentaba 
en el mundo, fuf conducido por los mojones 
que mi memoria habia plantado en el cami- 
no de mi pasado, á creer que si en efecto 
M.*** me habia visto y oido nombrar, no po- 
dia ser sino en provincia, 
Al entrar en casa, relaté esta conversa- 
cion á mi mujer, á fin de que juntando sus 
recuerdos 4 los mios llegásemos 4 un resul- 
tado, 
Entonces mi mujer me recordó que M,**> 
habia estado una vez en Doncaster durante 
las carreras de caballos, en las que yo habia 
ganado una suma considerabie con apues- 
tas Lábilmente empeñadas. 
A pesar de haberme anunciado M.*** la pro- 
babilidad de un mensaje para el dia siguien - 
te, pasáronse tres dias sin que oyese hablar 
de nada, 
En fin el cuarto dia se me mandó una in- 
vitacion para pasar á su despacho. 
Supe entonces con satisfaccion y pero no 
sin sorpresa, que iba á ser empleado inme- 
diatamente para una comision que los oficia- 
les de los tectives (1) mas sagaces y expe- 
  
(1) Llámase oficiales de los tectives, segun 
creo, á los agentes encargados de seguir la 
pista 4 los grandes criminales en todas las 
clases de la sociedad; este cuerpo de policia 
forma una rama particular de la fuerza mu- 
nicipal. Compónese de pocos hombres, pero. 
superiores, de buena presencia, de esmerada 
educacion, que hablan tres 6 cuatro idiomas 
y tienen el aspecto de ocupar una posicion 
«lesahogada, Estos oficiales cobran buen sa- 
lario, 
2 MEMORIAS 
rimentados hubieran tenido á honor el em- 
prender. 
—Hé aquí, me dijo M.*** presentíndome 
una lista de nombres con observaciones escri- 
tas en el márgen de cada nombre, hé aquí 
un estado exacto de los personajes que com- 
ponen esa banda de jugadores, estafas y fal- 
sarios, que, hace mas de un año, sumergen 
á Londres en la mayor desolacion. Vuestra 
tarea será descubrir las guaridas de esos ban- 
didos y apoderaros de una prueba de tal evi- 
dencia legal que pueda, delante de un tribu- 
nal, conyencer de su culpabilidad. Hasta aho» 
ra hemos sido burlados por la. destreza de 
esos pícaros; pero opino que lo hemos sido 
tambien por el excesivo celo de los agentes , 
de policía que hemos empleado. Es preciso 
ho caer en la misma falta, mi querido señor 
Waters; mis recomendados son tunantes re- 
matados, y, os lo prevengo, necesitareis mu- 
cha paciencia y sutileza para sorprendernes 
en sus Chiribitiles y ponerles en manos de la 
. justicia. 
—Haré cuanto pueda, contestó con una 
modestia que pareció de buen augurio 4 M.**> - 
—Una de sus mas recientes víctimas , CON- 
tinuó, es el jóven Merton, hijo del primer 
matrimonio de la viuda lady Everton; su se- 
ñoría se ha dirigido á nosotros para que la 
ayudemos á sacar á su hijo de las garras de 
esos miserables; hoy á las cinco de la tarde 
pasareis á su casa sencillamente en traje de 
calle, y obtendreis de ella todos los informes 
que podrá proporciónaros relativos 4 este 
asunto, Acordaos de noticiármelo todo direc- 
tamente y de no dirigiros mas que á mí para 
todo lo que podais necesitar, 
Provisto de estas instrucciones y de otras 
menos interesantes, que es inútil mencionar, 
fuí despedido por M.*** 
Por difícil, y diré hasta peligrosa que fuc- 
se la tarea que se me acababa de confiar, la 
acogí como un alivio y una distraccion á la 
monotonía de mi servicio diario, 
Apresuréme en consecuencia á llegar 4 ca- 
sa , y como, gracias á la prevision de mi mu- 
jer, la mayor parte de mis trajes se habian 
felizmente salvado del naufragio de mi fortu- 
na, vestíme con toda la elegancia posible y 4 
las cinco en punto me dirigí al palacio de 
lady Everton. 
Indudablemente se me esperaba, pues no 
tuye mas que pronunciar mi nombre, y al 
instante fuí conducido al salon , en donde en- 
contró á su señoría y 4 su hija, jóven bella 
y elegante, : 
Las dos esperaban, en efecto, mi llegada, 
Lady Everton mostróse asombrada á mi a5- 
pecto. Yo habia frecuentado siempre la bue-. 
  
na sociedad, y en estas cireunstancias ho) 
  
  
  
  
 
	        
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