Full text: 2.a série, tomo 7 (1866) (1866,7)

  
  
EL SKkCRETO. 
tus cartapacios, continuó, fué para mi una 
verdadera amiga, en aquellos lejanos tiempos 
que yo habitaba en Porthgenna. Permitia que 
alguna vez te metiera yo en la cama, Ros- 
munda , y jamás me acosaba ni me importu- 
naba como los demás con sus preguntas... Su 
bondad para conmigo pudo hacerla perder su 
colocacion,.. Mi ama siempre tenia miedo de 
que yo llegara á descubrir mi secreto y el su- 
yo, si frecuentaba demasiado la nursery; 
habia dado sus órdenes para que se me impi- 
diera penetrar en ella, en atencion, decia, 
que no tenia yo nada que hacer allí. Ninguna 
otra mujer de la casa se hallaba bajo el peso 
de una consigna semejante. Ninguna otra ha- 
llaba tantas dificultades para abrazarte , para 
jugar contigo, como yo!... Pero aquella bue- 
na niñera, de que te hablaba (Dios la habrá 
bendecido por esto) siguió, sin embargo, 
siendo mi amiga y mi cómplice... Con mucha 
frecuencia, cuando mi señora me creia en mi 
aposento, ocupada en mi labor, te acostaba 
en la cuna, diciéndute Buenas noches, A pe- 
sar de que me decias que preferias á la niñe- 
ra, jamás, sin embargo, te enfadaste for- 
malmente conmigo.... jamás me rechazaste, 
cuando te pedi un beso, que juntara tus son- 
rosados labios con los mios... 
Rosmunda inclinó suavemente su cabeza, 
que se encontró de este modo colocada sobre 
la almohada , al lado de la de «u madre... — 
Vamos, querida mamá , le dijo con insinuan- 
te acento, no pensemos tanto en lo pasado!.... 
Ocupaos mas bien del porvenir... Pensad en 
la épeca en que mi hijo os devolverá todos 
esos lejanos recuerdos despojados de su amar- 
gura... en la época en que le enseñareis á po- 
sar sus labios sobre los vuestros, como yo 
posaba en otro tiempo los mios. 
—Lo intentaré , Rosmunda... pero acuér- 
date de que durante infinidad de años, mis 
solos pensamientos para el porvenir han sido 
que un dia volveríamos á encontrarnos en el 
cielo... Si mis pecados son perdonados, ¡de 
qué modo volveremos á encontrarnos ?!... ¡Se- 
rás allí para esta pobre madre la niña de otro 
tiempo?,.. la que dejé de ver cuando tenia 
cinco años ?,.. Yo no me admiraria de que la 
bondad de Dios quisiera tenerme en cuenta 
Duestra larga separacion... No me admiraria 
de que me aparecieras , en el mundo donde se 
es feliz, bajo tu figura de niña, y que fueras 
para mi lo que hubieras debido ser acá en la 
tierra... un hermoso angelito que llevara yo 
entre mis brazos... Si rogamos todavía en el 
cielo, ¿nodeberé encargarme de enseñarte las 
plegarias... para consolarme de no habértelas 
enseñado aqui? 
Cesó de hablar, sonrió tristemente, y con 
los ojos cerrados se entregó á los sueños que 
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vagaban todavía por su inteligencia apenas so- 
segada. Creyendo que tal yez, si no le dis- 
traza ningun objeto, podria conciliar el sueño, 
Rosmunda no hizo ningun movimiento y no 
dijo una palabra mas, Sns ojos, fijos en aquel - 
tranquilo semblante, se cercioraron bien 
pronto de que la. luz del dia decrecia gradual 
y lentamente... Bien segura de que no se 
equivocaba , volvió á mirar hácia la ventana, 
Los celajes del occidente habian perdido 
todo su reflejo luminoso, Estaba anochecien- 
do. 
Al primer movimiento que hizo en su asien- 
to, Rosmunda sintió apoyarse en la espalda 
la mano de su madre. Volviéndose hácia el 
lado de la cama, vió fijos en ella, enteramen- 
te abiertos, los ojos de la enferma... Los vió, 
y creyó distinguir en ellos una nueva expre- 
sion , la que parece indicar una ausencia mo- 
mentánea de las facultades intelectuales. 
—¡Qué hablaba yo del cielo ?... dijo de 
pronto la enferma, como si murmurara entre 
dientes, y muy. bajo, con la cara vuelta hácia 
el lado donde se proyectaba la oscuridad... 
¿Quién me asegura que iré yo nunca?,., Y 
no obstante, Rosmunda, no he violado el ju- 
ramento prestado á mi ama... En caso nece- 
sario podrias atestiguar que.no he inutilizado 
la carta, que no me la he llevado conmigo, 
á pesar de haber abandonado la casa... Es 
- verdad que he querido retirarla del aposento 
de los, Mirtos... pero yo no queria retirarla de 
allí mas que para ocultarla en otra parte... 
Jamás he pensado en sacarla de la casa... ja- 
más he querido faltar á mi juramento... 
—Madre mia , va anocheciendo... Permitid 
que me leyante para encender las velas. 
Lu mano de Sarah se levantó suavemente 
hasta el cuello de su hija, y se asió á ella 
mas estrechamente que nunca, : 
—Yo no juré jamás entregarle la carta, de- 
cia,.. en ocultarla no habia ningun crímen... 
¡La has encontrado, Rosmunda , detrás de 
un retrato ?.,. un retrato que se decia ser el 
del fantasma de Porthgenna... ignorándose la 
fecha... ni cómo, habia llegado al dominio... 
A mi ama le causaba horror , porque aquel 
rostro tenia una extraña semejanza con el 
suyo... Me dijo un dia, poco despues de mi 
llegada á Porthgenna , que lo descolgara y lo 
hiciera pedazos... Yo tuve miedo de obede- 
cer... Y por esta causa, mucho antes de tu 
nacimiento lo escondí en el aposento de los. 
Mirtos... Tú has debido encontrar la carta 
detrás de ese cuadro, Rosmunda ?... ¿No era 
por cierto, sin embargo, un buen escondi- 
te 1... Nadie habia descubierto todavía el re- 
“ trato... ¿Cómo creer que pudiera ser descu- 
bierta la carta escondida detrás de él! 
— Permitidme , madre mia, que encienda 
  
 
	        
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