De todos modos, este incidente produjo una
impresion desfavorable para su marido, que
pálido y tembloroso, escuchaba las declara-
ciones de unos y otros como si asistiera 4 la
representacion de un drama terrible donde su
imaginacion no distinguia lo ficticio de lo ver-
dadero,
Las quejas que con frecuencia habia dado
contra su ama; la conversacion que tuvo con
el señor Ferrol en la misma mañana del
dia fatal; su presencia en el jardin, al cual
caian las ventanas de la víctima; y la expli-
cacion contradictoria que dió de los arañazos
recientes que se le vieron en las manos, atri-
buyéndolos á un gato, confirmafon las sospe-
chas á que se diera en un principio muy poca
importancia,
En yano aseguró el señor Ferrol, que el
desgraciado Frank, que estaba á su servicio
hacia muchos años, se habia confundido siem-
pre en sus respuestas, aun tratándose de las
cosas mas insignificantes, contradiciéndose
sin cesar en las explicaciones mas sencillas,
Esta declaracion no tuyo mas resultado que
irritar al señor Bartlett, haciendole decirá un
vecino «que era muy inconveniente que el
marido tratase de defender al asesino de su
esposa, »
Y dicho esto, el pobre Frank fué condu-
i do á la cárcel,
El señor Ferrol deseaba, como era natural,
alejarse del teatro de un suceso tan trágico;
pero quiso aguardar á que se concluyese la
causa para ver cuál era la suerte del desgra-
ciado á quien creia inocente; y aprovechó es-
te tiempo para arreglar sus negocios,
La señora Ferrol le habia traido una consi-
derable fortuna , asegurándole al mismo tiem-
po el usufructo; pero renunciando á esta dis-
posicion, escribió á su apoderado, encargán-
dole lo entregase todo al cuñaco de la señora
Ferrol, único heredero de la víctima.
Cogiendo despues el joyero y demás obje-
tos de valor que habian pertenecido á su es-
posa, los envió asimismo á la familia de esta
al dia siguiente del entierro,
Esta conducta habria extrañado ciertamen-
te á muchos si hubiese sido conocida , dando
lugar á que se creyese que en este acto , so-
bre todo en lo relativo á las joyas, habia mas
probidad que amor hácia la difunta, pues
nunca se separa uno voluntariamente de los.
recuerdos que deja una persona querida, Pe-
ro lo que mas chocó al vulgo, á la cabeza del
cual estaba el señor Bartlett, fué la inscrip-
cion grabada en la tumba de la pobre victi-
ma.
Segun el señor Bartlett y los demés, cuan-
do muere una mujer, en la losa que la cubre
se debe cuando menos poner la calificacion de
316 y PABLO FERROL.
«buena esposa, » pero para una mujer asesi-
nada el superlativo es de rigor; y el epitafio
que el señor Ferrol hizo inscribir en la tumba
e su señora no contenia mas que estas pala-
ras:
Ana FerroL DE LAToOUR
HIJA DE RoBÍRRTO GORDON,
MURIO ASESINADA EL 4 DE JULIO DE 198.....
¿Por quién?..... nadie debia saberlo , pues
Frank, defendido por Mr. Harrowby, céle-
bre abogado y amigo del caballero Ferrol,
fué absuelto despues de una larga delibera-
cion del tribunal, A pesar de esto los vecinos
no pudieron olvidar las sospechas de que ha-
bia sido blanco el pobre hombre, y rechaza-
do por todos, Frank obtuvo del señor Ferrol
los recursos necesarios para pasar al Canadá
en compañía de su mujer, lo cual fué para el
público un nueyo motivo de escándalo, pues
vituperaban la proteccion concedida por el
esposo de la víctima al que probablemente la
habia asesinado,
CAPÍTULO IH.
Habian trascurrido algunos años desde el
dia en que el señor Ferrol, viudo y dejada la
fortuna de su esposa, abandonó 4 Mainwarey
para ir no se sabe dónde. Desde aquella épo-
ca nadie habia oido nada de él, excepto el
guarda del castillo á quien escribia de vez en
cuando hablándole sobre negocios; cuando de
repente llegó una carta en la que encargaba
se preparase todo lo necesario para recibirle
porque se habia vuelto á casar. La carta no
decia mas, y aquel silencio chasqueó á los
aldeanos, pues les impedia expresar mas Ó
menos ruidosamente la alegría que les causara
aquel feliz suceso. :
No obstante, á falta de las fiestas que de
ordinario acompañan á una boda, pensaron
que seria oportuno hacer un honroso recibi-
miento á la nueva esposa, y ya hablaban de
levantar en el camino un arco de triunfo, for-
mado con dalias rojas, donde se leyese la pa-
labra «bienvenido,» cuando supieron una ma.-
ñíana que el señor y la señora Ferrol habian
llegado la tarde antes.
El mismo dia ambos esposos atravesaron el
pueblo, visitando todos los sitios que podiam
ofrecer algun interés á la nueva habitante del
condado. Componiase este de una feraz cam-
piña en la que se veian diseminados algunos
cortijos pertenecientes á los Bartlett y al se-
ñor Ferrol, cuyas dos casas conocidas con el
nombre de el Parque y la Torre, dominaban
el pueblecillo por cada lado del valle.
El Parque formaba un dominio mucho mas
importante que la Torre; pero quizás el señor