Full text: 2.a série, tomo 7 (1866) (1866,7)

   
medio, 6 sea la del aire, será poco importan- 
te, pues como la atmósfera terrestre no tiene 
mas que cuarenta millas (unas 16 leguas), con 
una rapidez de doce mil yardas, el proyectil 
la atravesará en cinco segundos, y ese tiem- 
po es bastante corto para que consideremos 
insignificante la resistencia del aire. Pasemos 
pues á la atraccion de la tierra, ósea á la pe- 
santez de la granada. Es sabido que esa, pe- 
santez disminuye en razon: inversa del cuaí 
drado de las distancias, y en efecto, he aqu- 
lo que la física nos enseña : cuando un cuer- 
po abandonado á sí mismo cae á la superficie 
de la tierra , la caida; es de quince piés (1) en 
el primer segundo; y si ese mismo cuerpo 
fuese trasladado 4 doscientas cincuenta y sie- 
te mil quinientas cuarenta y dos millas, 6 en 
otros términos, á la distancia en que se halla 
la luna, la caida se reduciria 4. cosa de media 
linea en el primer segundo. Es casi la inmovi- 
lidad. Trátase.pues de vencer progresivamen- 
te la accion de. la pesantez. ¡Cómo lo alcan- 
zaremos!. Con la: fuerza de impulsion, 
— Abi está. el toque, respondió el mayor, 
—Si, por cierto, añadió el presidente., pe- 
ro triunfaremos de; todo, pues la fuerza im- 
pulsiva que, necesitamos resultará, de la lon- 
gitud de la máquina y de la cantidad de pól- 
vora. empleada , no siendo esta .Jimitada: sino 
por la resistencia, de.:aquella.. Ocupémonos 
pues hoy. de las dimensiones del cañon. en la 
inteligencia de que podemos establecerlo.en 
condiciones de resistencia por decirlo asi inde- 
fivida, por cuanto'.no está. destinado Áá ma- 
niobras. 
—Todo eso es evidente, : respondió el “ge- 
neral Morgan. 1da 
—Hasta aquí, «dijo Barbicane, los cañones 
mas largos , nuestras enormes: columbiads, 
no han pasado:de veinte y cinco piés de lar- 
go; vamos pues: 4 dejar muy maravillados á 
la gente con llas:¡ dimensiones que habremos 
de adoptar. +! 2: 
—¡ Oh !' sin duda, -éxclamó Maston: Por mi 
parte pido un cañon de media milla al menos 
de largo; ca : 
—¡ Media milla 1 prorumpieron el mayor 
y el general. 
—Sí, media milla, y:aun serála mitad corto. 
—Ea, Maston , replicó Morgan, vos exa- 
gerais, 
  
(1), O sean :4 metros 90 centimetros en el 
_ Primer seguodo; á la primera distancia en 
que se ¡halla la Juna, la caida solo seria de 1 
milímetro. y, un tercio, ó 590 milésimos de li- 
nea, 
—¡ No tal 1 repuso el fogoso secretario, y. 
Ji 
492 DE LA TIERRA 
en verdad no sé por qué me  tildais de exa-— 
gerado, 
—Porque vais demasiado léjos 
—Sabed, caballero, respondió JT. Mas- 
ton con vehemente arrogancia , sabed que el' 
artillero es como la bala : ¡nunca puede ir de-- 
masiado léjos ! 
La discusion degeneraba en personalidades, 
y el presidente intervino. 
—Calma., amigos mios, y .razonemos. Es- 
menester evidentemente un cañon muy largo, 
pues la longitud. de la pieza acrecentará la: 
detencion de los gases acumulados debajo del: 
proyectil ; ¡pero..es inútil pasar de ciertos-li- 
mites, : ' é 
—¡Justo | dijo el mayor, 
—¿Cuáles son.las reglas usadas en seme- 
jante caso? Ordinariamente, la longitud. de: 
un cañon es veinte 6. veinte y cinco veces el 
diámetro.de la bala, y pesa doscientas treinta» 
y cinco Ó doscientas cuarenta yeces su peso, 
¡No basta , no.basta |. exclamó. Maston> 
con impetu. 
—Lo concedo, amigo mio; yen efecto, si- 
guiendo esa proporcion. para un proyectilide 
nueve piés de diámetro y veinte mil librás-de- 
peso, la máquina solo tendria doscientos vein- 
te y cinco piés de largo y siete millones dos- 
cientas mil, libras. de peso.:.. 
—¡ Es ridículo! repuso Maston..'.¡ Tanto: 
valiera tomar una pistola | : 
—Soy de la misma opinion, respondió Bar-. 
bicane ; por eso. me propongo: cuadruplicar 
esa ' longitud. y fabricar un cañon. de :noye-= 
cientos piés, í 
El general ¡y el mayor hicieron algunas ob- 
jeciones 5: pero, la anterior «propozicion:; com 
calor sostenida por el secretario. del comité; 
fué definitivamente aprubada, ; 
—Abhora, dijo Elphiston, ¿qué grueso da-- 
mos á las paredes;? 
"Seis piés, respondió Barbicane:; 
—¡ Por supuesto que no pensais levantar: 
semejante masa sobre una cureña ? preguntó» 
el mayor; [ : JE mo 
-——¡Seria una cosa soberbia! profirió Mas- 
ton. 
—Pero impracticable, respondió Barbica- 
ne; no, yo.pienso vaciar,/la máquina 'én eY 
suelo mismo , asegurarla con aros de hierro: 
y rodéarla: de una gruesa capa de cal y canto, 
de modo que participe de toda la nee ines 
del terreno adyacente. Una vez vaciada li 
pieza, se pulirá con esmero el:alma y se le: 
señalará el calibré, de manera que impida-el 
viento (1) de la bala ; así no habrá desperdi-- 
  
(1) Espacio que á veces. existe entre el pro-- 
yectil y el alma de la pieza, 
  
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