Full text: 2.a série, tomo 7 (1866) (1866,7)

  
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pinándose sobre los estribos. ¡ Hé aquí la re- 
gion de los pinos ! 
—| Y la de los salvajes! respondió el ma- 
yor 
En efecto , en el horizonte aparecian algu- 
nos seminoles; se agitaban , corrian de uno Á 
otro en sus veloces caballos , blandiendo lan- 
zones Ó disparando sus fusiles de sordo estam- 
pido; pero se limitaron á esas demostraciones 
hostiles , Sin molestar á Barbicane y sus com- 
pañeros, 
Hallábanse estos á la sazon en medio de un 
pedregoso llano , vasto espacio descampado de 
muchos acres de extension , que el sol inun- 
daba de abrasadores rayos. Formábalo una 
ancha estumecencia del terreno, que al pare- 
cer ofrecia á los individuos del Club del Ca- 
ñon todas las, condiciones requeridas para el 
establecimiento de la columbiad. 
—| Alto! dijo Barbicane parándose. ¡Tiene 
nombre este punto en el país? 
—Se llama Stone's-Hill (colina de pie- 
dras ), respondió uno de los fioridanos, 
Barbicane sin pronunciar palabra echó pié 
á tierra, tomó sus instrumentos y comenzó á 
notar su posicion con precision extremada; la 
escolta, formada en derredor suyo , le con- 
templaba guardando profundo silencio. 
A esta sazon el sol pasaba al meridiano. 
Tras algunos instantes Barbicane apuntó 
rápidamente el resultado de sus observaciones 
y dijo: 
—Este lugar está situado á trescientas toe- 
sas sobre el nivel del mar, á los 2707' de la- 
titud y á los 597* de longitud Oeste (1); por 
su naturaleza árida y pedregosa hallo que 
ofrece todas las condiciones favorables al ex - 
perimento. Por consiguiente en este llano se 
alzarán nuestros almacenes , nuestros talleres, 
nuestros hornillos, las chozas de nuestros 
obreros, y ¡de aquí, de aquí mismo, repitió 
dando con el pié en la cima de Stone'“s-Hill, 
se lanzará nuestro proyectil á los espacios del 
mundo solar | 
CAPITULO XIV. 
Azadon y paleta. 
Aquella misma tarde Barbicane y sus com- 
pañeros entraban de regreso en Tampa-Town, 
y el ingeniero Murchison volvia á embarcarsz 
.en el Tampico para Nueva Orleans. Debia 
«contratar un ejército de operarios y traer la 
mayor parte del material. Los miembros del 
  
(1) Segun el meridiano de Washington. 
DE LA TIERRA 
Club del Cañon se quedaron en Tampa-Town 
“4 fin de organizar los primeros trabajos con 
ayuda de la gente del país. 
Ocho dias despues de su partida volvia el 
Tampico á la bahía de Espíritu Santo con una 
flotilla de buques de vapor. 
Murchison habia reunido mil quinientos tra- 
bajadores. 
En los malos dias de la esclavitud hubiera 
perdido tiempo y molestia; mas desde que la 
América, tierra de la libertad, no contaba ya 
sino hombres libres en su seno, estos acu- 
dian á do quiera les llamaba una ocupacion 
largamente retribuida. 
Y no le faltaba dinero al Club del Cañon ; 
ofrecia 4 sus hombres una crecida paga , con 
buenas y proporcionales gratifiaciones. El 
obrero contratado para la Florida podia con- 
tar, despues de terminados los trabajos, con 
un capital depositado en su nombre en el Ban- 
co de Baltimor. 
Con que Murchison no tuvo mas que esco- 
ger, y pudo mostrarse severo sobre la inteli - 
gencia y habilidad de los trabajadores. Motivo 
hay pues para creer que alistó en su laborio- 
sa legion la náta y flor de los mecánicos, fue- 
lleros , fundidores, caleros, mineros, ladri- 
lleros y peones de toda clase, negros Ó blan- 
cos, sin distincion de color, Muchos de ellos 
se llevaban consigo su familia. Era una ver- 
dadera emigracion. 
A las diez de la mañana del 31 de octubre 
desembarcó toda esa gente en los muelles de 
Tampa-Town , y es de comprender el movi- 
miento y actividad que reimaron en aquella 
pequeña ciudad, cuya poblacion se duplicaba 
en un dia. En efecto, Tampa-Town debia ganar 
muchísimo en esa iniciativa del Club del Cañon, 
no por el número de los obreros que se envió 
inmediatamente á Stone'“s- Hill, sino merced á 
la afluencia de curiosos que convergieron poco 
á poco de todos los puntos del globo á la pe- - 
nínsula floridana. 
Durante los primeros dias se ocuparon en 
descargar los útiles y enseres traidos por la 
flotilla , las máquinas , los víveres , así como 
una buena cantidad de casas de palastro he- 
chas de piezas desmontadas y numeradas. El 
propio Barbicane fijaba los primeros jalones 
de un ferro-carril de quince millas destina- 
do á enlazar á Stone's-Hill con Tampa Town. 
Notorio es en que condiciones se construye 
el camino de hierro americano. Caprichosa en 
sus curvas, atrevida en sus rampas, despre- 
ciando los pretiles y obras de fábrica , esca- 
lando las colinas, rodando y casi brincando 
por los valles, la via férrea corre á ciegas y 
sin curarse de la línea recta. No es costoso ni 
engorroso; pero el tren descarrila y salta á 
sus anchuras. 
  
  
 
	        
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