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espaciosa, inteligente y arada como un cam-
po queno queda nunca sin cultivo. Finalmen-
te, un cuerpo robusto , piernas largas, bra-
zos musculosos, recios y fuertes, un andar
resuelto y un ademan decidido hacian de aquel
europeo un moceton sólidamente fabricado,
antes forjado que fundido, por valernos de
una expresion del arte metalúrgica.
Los discípulos de Lavater 6 de Gratiolet
habrian observado desde luego en el cráneo y
la fisonomía de aquel personaje las señales in -
discutibles de la combatividad, esto es, del
valor en el peligro y de la tendencia á rom-
per los obstáculos; los de la benevolencia y
los de la maravillosidad, instinto que induce
á ciertos temperamentos enamorarse de las
cosas sobrehumanas; y por otra parte falta -
ban absolutamente las protuberancias de la
adquisividad, esa necesidad de adquirir y po-
seer.
Para acabar el tipo fisico del pasajero del
Atlanta conviene mentar su holgada ropa,
su pantalon y su paletó tan anchos, que Mi-
guel Ardan se llamaba á sí mismo la muerte ,
con mortaja , su corbata floja, el cuello de su
camisa liberalmente abierto, del cual salia un
cuello robusto , y los puños de la misma inva-
riablemente desabrochados, de los cuales ar-
rancaban unas manos febriles. Conocíase que
aun en el rigor del invierno y en lo mas er -
tico del peligro, aquel hombre nunca tenia
frio, ni siquiera en los ojos (1).
Por lo demás, iba y venia entre la gente
por la cubierta del vapor no estando jamás
parado, cazando: sobre sus anclas, como de-
cian los marineros, gesticulando, tuteando
á todos y royéndose las uñas: con nerviosa
avidez. Era uno de los originales que el Cria-
dor inventa en un momento de capricho y cu-*
yo molde rompe en seguida.
En efecto , la personalidad moral de Miguel
Ardan ofrecia ancho campo á las observacio-
nes del analista. Aquel hombre -raro vivia en
perpetua disposicion á la hipérbole y aun no
habia pasado de la edad de los superlativos;
los objetos se pintaban en la retina de su ojo
con dimensiones desmesuradas , y de aquí una
asociacion de ideas gigantescas: todo lo veia
en grande, menos las dificultades y los hom-
bres.
Por otra parte, era una naturaleza exube-
rante, un artista de instinto, un mozo de ta-
lento que no hacia un fuego seguido de pala-
bras, antes se batia £ lo cazador. En las dis-
(1) Traducimos literalmente la locucion por
tener doble sentido en el texto. De un valien-
“te suelen decir los franceses que no tiene frio
en los ojos. (W. del T.)
516 DE LA TIERRA
cusiones, sin curarse apenas de la lógica , y
rebelde al silogismo, que nunca hubiera él
inventado, tenia rasgos peculiares. Verdadero
rompeesquinas, descargaba en mitad del pe-
cho argumentos ad hominem de efecto seguro,
y gustábale defender con el pico y las patas
las causas desesperadas.
Entre otras manías, se proclamaba á sí mis -
mo un ¿gnorante sublime, como Shakspeare ,
y profesaba desprecio á los sabios, de quienes
decia : «Son hombres que no hacen mas que
marcar los tantos cuando nosotros jugamos la
partida. »
En resumidas cuentas, era un gitano de la
tierra de los montes y maravillas, muy ami-
go de aventuras ,, pero no aventurero; un mal
ginete, un Faetonte llevando á escape el carro
del Sol, un Icaro con alas de repuesto. Por
lo demás, pagaba con su persona y pagaba
bien ; arrojábase con denuedo á desatentadas
empresas, quemaba sus naves con mas deci -
sion que Agatócles, y dispuesto á romperse
la crisma á todas horas, acababa invariable-
mente por caer de piés, como los domingui.-
llos con alma de corcho con que se divierten
los niños.
En dos palabras, su divisa era: ¡AÁ ros0
y velloso ! (1) y el amor á lo imposible su ru-
ling passion (pasion dominante), segun la be-
lla expresion de Pape.
Pero aquel varon emprendedor tenia tam-
bien los defectos de sus cualidades, y ¡hasta
qué punto! Quien no se aventura no pasa la
mar, dice el adagio, Ardan se aventuraba
mucho, y siempre se encontraba en la misma
situacion. Era un verdugo del dinero, un to-
nel de las Danaides. Desinteresado hasta lo
sumo , así cometia corazonadas como calave- .
radas ; caritativo y caballeroso , no habria fir-
mado el bono de horca de su mas cruel ene-
migo, y hubiérase vendido como esclavo pa-
ra rescatar á un negro.
En Francia, en Europa, todos conocian á
aquel brillante y ruidoso personaje. ¡No ha-
cia hablar continuamente de él por las cien
trompetas de la Fama enronquecida en su ser-
vicio? ¡No vivia en una casa de vidrio, to-
mando al universo entero vor confidente. de
sus mas íntimos secretos! Pero tambien tenia
una admirable coleccion de enemigos entre
aquellos á quienes habia mas Ó menos empu-
jado, lastimado ó derribado sin piedad al co-
dear para abrirse paso entre el vulgo.
Sin embargo, generalmente le amaban y
trataban como á un niño mimado ; era, segun
(1) Quand méme! Ningun diccionario fran—
cés-español comprende esta expresion, tan
usada como significativa. (Y. del T.)