Full text: 2.a série, tomo 7 (1866) (1866,7)

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espaciosa, inteligente y arada como un cam- 
po queno queda nunca sin cultivo. Finalmen- 
te, un cuerpo robusto , piernas largas, bra- 
zos musculosos, recios y fuertes, un andar 
resuelto y un ademan decidido hacian de aquel 
europeo un moceton sólidamente fabricado, 
antes forjado que fundido, por valernos de 
una expresion del arte metalúrgica. 
Los discípulos de Lavater 6 de Gratiolet 
habrian observado desde luego en el cráneo y 
la fisonomía de aquel personaje las señales in - 
discutibles de la combatividad, esto es, del 
valor en el peligro y de la tendencia á rom- 
per los obstáculos; los de la benevolencia y 
los de la maravillosidad, instinto que induce 
á ciertos temperamentos enamorarse de las 
cosas sobrehumanas; y por otra parte falta - 
ban absolutamente las protuberancias de la 
adquisividad, esa necesidad de adquirir y po- 
seer. 
Para acabar el tipo fisico del pasajero del 
Atlanta conviene mentar su holgada ropa, 
su pantalon y su paletó tan anchos, que Mi- 
guel Ardan se llamaba á sí mismo la muerte , 
con mortaja , su corbata floja, el cuello de su 
camisa liberalmente abierto, del cual salia un 
cuello robusto , y los puños de la misma inva- 
riablemente desabrochados, de los cuales ar- 
rancaban unas manos febriles. Conocíase que 
aun en el rigor del invierno y en lo mas er - 
tico del peligro, aquel hombre nunca tenia 
frio, ni siquiera en los ojos (1). 
Por lo demás, iba y venia entre la gente 
por la cubierta del vapor no estando jamás 
parado, cazando: sobre sus anclas, como de- 
cian los marineros, gesticulando, tuteando 
á todos y royéndose las uñas: con nerviosa 
avidez. Era uno de los originales que el Cria- 
dor inventa en un momento de capricho y cu-* 
yo molde rompe en seguida. 
En efecto , la personalidad moral de Miguel 
Ardan ofrecia ancho campo á las observacio- 
nes del analista. Aquel hombre -raro vivia en 
perpetua disposicion á la hipérbole y aun no 
habia pasado de la edad de los superlativos; 
los objetos se pintaban en la retina de su ojo 
con dimensiones desmesuradas , y de aquí una 
asociacion de ideas gigantescas: todo lo veia 
en grande, menos las dificultades y los hom- 
bres. 
Por otra parte, era una naturaleza exube- 
rante, un artista de instinto, un mozo de ta- 
lento que no hacia un fuego seguido de pala- 
bras, antes se batia £ lo cazador. En las dis- 
  
(1) Traducimos literalmente la locucion por 
tener doble sentido en el texto. De un valien- 
“te suelen decir los franceses que no tiene frio 
en los ojos. (W. del T.) 
516 DE LA TIERRA 
cusiones, sin curarse apenas de la lógica , y 
rebelde al silogismo, que nunca hubiera él 
inventado, tenia rasgos peculiares. Verdadero 
rompeesquinas, descargaba en mitad del pe- 
cho argumentos ad hominem de efecto seguro, 
y gustábale defender con el pico y las patas 
las causas desesperadas. 
Entre otras manías, se proclamaba á sí mis - 
mo un ¿gnorante sublime, como Shakspeare , 
y profesaba desprecio á los sabios, de quienes 
decia : «Son hombres que no hacen mas que 
marcar los tantos cuando nosotros jugamos la 
partida. » 
En resumidas cuentas, era un gitano de la 
tierra de los montes y maravillas, muy ami- 
go de aventuras ,, pero no aventurero; un mal 
ginete, un Faetonte llevando á escape el carro 
del Sol, un Icaro con alas de repuesto. Por 
lo demás, pagaba con su persona y pagaba 
bien ; arrojábase con denuedo á desatentadas 
empresas, quemaba sus naves con mas deci - 
sion que Agatócles, y dispuesto á romperse 
la crisma á todas horas, acababa invariable- 
mente por caer de piés, como los domingui.- 
llos con alma de corcho con que se divierten 
los niños. 
En dos palabras, su divisa era: ¡AÁ ros0 
y velloso ! (1) y el amor á lo imposible su ru- 
ling passion (pasion dominante), segun la be- 
lla expresion de Pape. 
Pero aquel varon emprendedor tenia tam- 
bien los defectos de sus cualidades, y ¡hasta 
qué punto! Quien no se aventura no pasa la 
mar, dice el adagio, Ardan se aventuraba 
mucho, y siempre se encontraba en la misma 
situacion. Era un verdugo del dinero, un to- 
nel de las Danaides. Desinteresado hasta lo 
sumo , así cometia corazonadas como calave- . 
radas ; caritativo y caballeroso , no habria fir- 
mado el bono de horca de su mas cruel ene- 
migo, y hubiérase vendido como esclavo pa- 
ra rescatar á un negro. 
En Francia, en Europa, todos conocian á 
aquel brillante y ruidoso personaje. ¡No ha- 
cia hablar continuamente de él por las cien 
trompetas de la Fama enronquecida en su ser- 
vicio? ¡No vivia en una casa de vidrio, to- 
mando al universo entero vor confidente. de 
sus mas íntimos secretos! Pero tambien tenia 
una admirable coleccion de enemigos entre 
aquellos á quienes habia mas Ó menos empu- 
jado, lastimado ó derribado sin piedad al co- 
dear para abrirse paso entre el vulgo. 
Sin embargo, generalmente le amaban y 
trataban como á un niño mimado ; era, segun 
  
(1) Quand méme! Ningun diccionario fran— 
cés-español comprende esta expresion, tan 
usada como significativa. (Y. del T.) 
  
  
  
 
	        
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