”
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LUGUBRE.
“bajo, voy sin perder un momento con mis
hijos á visitar á un ladrillero de las cercanías,
un hombre muy malo y antipático , y tendria
un placer en que me acompañarais , señori-
tas.
Cambié una mirada con Eya y acepté la
oferta porque de todos modos habiamos de
dar un paseo.
Cuando volvimos al salon , despues de ha-
ber ido á buscar los sombreros y los chales,
encontramos á la filantrópica prole sentada en
un rincon , en tanto que mistress phd se
Piseaba á grandes pasos derribando todos los
muebles de poco peso que habia -en él apo-
“sento.
Se puso al lado de Eva y las seguí con to-
dos los niños,
Soy apasionada por los niños y siempre me
he considerado muy feliz en gránjedrme su pe-
tulante confianza, pero en aquella ocasion por
el contrario me causaron gram molestia los hi-
Jos de mistress Pardiggle. Apenas habiamos
salido de casa cuando Egberto , interpelándo-
me como lo hubiera hecho un mendigo, me
pidió un chelin bajo el pretexto de que le ha-
bian robado su dinero. Me tomé la libertad de
hacerle observar que un niño bien educado no
debia hablar de aquel modo, pues habia aña-
«dido designando 4 su madre que pen se lo
habia robado «era ella.» da
—Qluisiera ver lo que hariais si os hallaseis
“en mi puesto, me dijo; ¡por'qué meengaña di-
_ciéndome que me da dinero si luego me lo
quita ? ¿por qué dice que es mio si no me per-
mite que lo gaste? ¡4 qué viene el alabarse
que me da tanto por semana ! :
Estas preguntas le exasperaron de tal modo
“Así como 4 Osvaldo y á Francisco que me pe-
llizcaron todos á un tiempo con tanta crueldad
e me costó trabajo contener un grito de
Motor, j 2 hs
Y en tanto Felix me pisaba los talones y el
Mas pequeñito, cuyo dinero desaparecia en
Suscriciones y se hallaba por lo tanto condena-
So á abstenerse de golosinas al mismo tiempo
Que de tabaco, se puso tan encendido de có-
¿cra al pasar por delante de una confitería que
temi le diera un accidente.
+ No habia tratado nunca con niños mas mo-
Estos, de modo que senti una verdadera ale-
sta cuando llegamos á la casa del ladrillero,
“SO que era una pobre casucha que forma-
¿A parte de un grupo de miserables chozas
.Sdificadas en un terreno arcilloso, con un
uerto delante de la puerta que solo producia
«arcos de agua cenagosa , una zahurda para
¿08 cerdos cerca de las ventanas rotas , y al-
Sun cubo para recibir cuando llueve el agua
QUe cae del tejado. En las puertas y ventanas
“abia varios hombres y mujeres que parecia
T. VIH.
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que nos miraban , y sin embargo principiaron
- 4 burlarse cuando pasamos por delante de
ellos y á decir que las señoras estaban muy
desocupadas cuando dejaban los quehaceres
- de sus casas para ensuciarse los zapatos con el
único objeto de yer lo que pasaba en las ca-
sas ajenas.
Mistress Pardiggle abria la marcha con
ademan resuelto, y sin cesar de hablar en yoz
alta de los hábitos de desórden y desaseo de
las personas que nos escuchaban (creo que la
mas aseada de nosotras no hubiera podido
conservar la limpieza en aquel pantano arcillo-
so), nos condujo á una de las casuchas mas
apartadas y cuyo piso bajo apenas era capaz
para contenernos á todas. En este aposento hú-
medo y nauseabundo encontramos una mujer
con un ojo cárdeno é hinchado, sentada junto al
fuego y con un niño de pechos en el regazo,
un hombre de facha innoble con el traje man-
chado de lodo , sentado en el suelo y con la
pipa en la boca, un muchacho que ponia un
collar á un perro y una jóven desvergonzada
que estaba lavando en una artesa llena de
agua cenagosa. Nos miraron cuando entra-
_mos, y la mujer volvió el rostro para ocultar
el ojo amoratado, pero nadie nos dió los bue-
DOS AS
- —¡ Cómo os va, amigos mios? preguntó
miss Pardiggle con voz breve y dura que na-
da tenia de afectuoso; aquí me teneis otra vez;
ya os dije que soy incansable, que busco las
dificultades y los obstáculos, y ahora os con-
_vencereis de que cumplo lo que digo.
—¡0s3 acompaña alguna otrá persona mas
de las que han entrado? murmuró entre dien-
tes el hombre sentado en el suelo que sin le-
vantarse apoyó la cabeza en una de sus manos
para mirarnos á su gusto,
—No, amigo mio, respondió mistress Par-
diggle que derribó uno de los banquillos al
sentarse en otro. A
—Lo digo porque me parece que llevais ”
"poca comitiva, dijo el ladrillero sin' quitarse
la pipa de la boca y mirándonos con expresion
nada favorable. ]
—No me cansareis, buenas gentes , repuso |
mistress Pardiggle; me burlo de todas las di-
- ficultades, y cuanto mas penosa hagais mi ta-
“rea mas me la hareis amar. ó
—Pues bien, haced lo que gusteis , dijo el
“ladrillero; por eso no reñiremos, Hacedme sin
“embargo el favor de despachar cuanto antes.
No me gustan las libertades que las personas
“como yos se toman en mi casa ¡estais 1 ¡Se os
figura que soy algun conejo para venir á per-
seguirme hasta en mi madriguera ? Sois muy
“aficionada á entraros en todas partes á pre-
guntar lo que no os importa, Os conozco y sé
lo que venís á decirnos. Quiero ahorraros ,
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