LÚGUBRE.
razon, amigo mio? Porque soy un obrero, un
segador, porque me has sido enviado y entre
mis manos te convertirás en un precioso ins-
trumento. | Ojalá pueda emplear, amigos
mios , este instrumento en beneficio vuestro,
para daros bienestar, para aseguraros la di-
Cha celestial !,.. Siéntate en este taburete,
amigo mio.
Jo, que se figura que el reverendo va á
«cortarle el cabello, protege la cabeza con sus
brazos y opone la mas vigorósa resistencia á
los esfuerzos que hacen para obligarle á sen-
tarse.
Cuando M, Chadband consigue al fin colo-
«carlo como un maniquí, el santo yaron se
sienta detrás de la mesa y levanta la mano
sleosa diciendo : >
— ¡ Amigos mios !
Despues de esta advertencia cada cual se
establece cómodamente; los aprendices se to-
can con el codo; Gunter abre distraida los
ojos y la boca, y su atencion se reparte entre
la admiracion que le inspira M. Chadband y
la eompasion que le causa el pobre huérfano
abandonado y miserable; mistress Suagsby
prepara en silencio sus baterías, y mistress.
Chadband se compone un rostro adecuado á
la circunstancia, mientras se sienta cerca del
fuego y se calienta las rodillas , sensacion que
le parece muy favorable para recibir con fru-
to la sagrada palabra. :
M. Chadband tiene la costumbre cuando
pronuncia un discurso de fijar la mirada en
uno de los individuos de su auditorio, y de
entrar en comunicacion particular con esta
persona que, cediendo á su propia emocion,
deja escapar á veces un gemido, un gruñido,
un bostezo ó cualquier otro testimonio sensi-
ble de una inspiracion penosa , testimonio li-
sonjero del que se hace eco fiel alguna vieja,
y que, trasmitiéndose de uno á otro entre los
pecadores inflamables del concurso, reempla-
za las arlamaciones parlamentarias y lanza á
todo vapor la nave Chadband. Así pues, en
la ecasion presente el reverendo ha fijado la
mirada al principiar en el pobre Suagsby, y
3e prepara á convertir á este desgraciado, que
está ya bastante confundido, en recipiente
inmediato de su elocuente homilía.
-— Tenemos entre nosotros, continua M,
Chadband , un gentil, un pagano, un habi-
tante de Tom all. alone's , un vagamundo so-
bre la tierra ; tenemos entre nosotros...
Y el santo varon , que apoya el hecho con
un movimiento expresivo de la uña del dedo
pulgar, envia á M Suagsby una sonrisa que
indica que va á lanzar á su adversario un ar-
gumento irresistible que le dejará anonadado.
— Tenemos entre nosotros, prosigue, un
hermano, un niño sin familia, sin padres, sin
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redil, desprovisto de todo recurso , que no
tiene oro, plata ni piedras preciosas. ¡Y por-
qué está privado de todos estos bienes % ¿ Por
que ?! :
M. Chadband dirige esta pregunta á M.
Suagsby como si le propusiera un enigma en-
teramente nuevo y le suplicara que lo desci-
frase. :
El pobre tendero, á quien causa grande
inquietud la mirada misteriosa que le ha lan-
zado su mujer precisamente al pronunciarse
la palabra «sin familia,» responde con modes-
tia : '
—- No lo sé.
Esta interrupcion le atrae una fulminante
mirada de mistress Chadband y arte de
su mujer un ¡ chisti enérgico é i ado.
— Oigo una voz, dice M. Chadband , una
- voz débil en verdad , porque creo que no se
atreverá á afirmar... :
La señora Suagsby prorumpe en un ¡ay!
doloroso. : ¿
—Una voz debil que responde: «No lo sé.»
Pues bien, voy á deciroslo, amigos mios; ese
hermano aquí presente no tiene oro, plata ni
piedras preciosas porque está privado de la
luz que irradia en el alma de algunos de nos-
otros. ¡Y qué luz es esa ? ¿Qué luz es ? Os lo
pregunto, amigos mios. — :
El reverendo se inclina hácia atrás y hace
una pausa, pero M. Suagsby no cae por se-
gunda vez en la tentacion y guarda silencio.
M. Chadband vuelve á inclinarse sobre la
mesa y dirige al amo de la casa las palabras
siguientes que apoya con el movimiento ex-
presivo del pulgar anteriormente mencionado.
—+Es el rayo de los rayos, dice , la luna de
las lunas, el sol de los soles , el astro de los
astros ; es la luz de la verdad.
M. Chadband se levanta y arroja una mi -
rada triunfante sobre M. Suagsby como para
preguntarle qué le parece aquella definicion.
— De la verdad , prosigue dirigiéndose siem-
pre al desventurado Suagsby, y_no me digais
que es la lámpára de las lamparas , porque os
responderé que es la luz de las luces, os lo
repetiria cien veces, un millon de veces aun-
que no os gustase oirlo; y cuanto menos con-
sintieseis mas insistiria, y tomaria una boci-
na, y os diria que si os alzais contra ella se-
reis derrocados, azotados , rotos, molidos,
completamente aplastados.
Este movimiento oratorio, cuyo poder es
muy admirado por los discipulos de M. Chad-
band, no solo produce el efecto de hacer su-
dar copiosamente al santo varon, sino tambien
de presentar por hipótesis al inocente Suagsby
como un enemigo de toda virtud , de frente
de bronce y de corazon de piedra.
El desgraciado Suagsby, cada vez mas ano-