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LÚGUBRE. 2981
auxilio de algunas flores y mucha agua de ja-
bon, el gabinete de mistress Jellyby ofrecia
un aspecto muy agradable ; el almuerzo, aun-
que muy sencillo, tenia buena apariencia , y
la novia estaba encantadora. En -cuanto Á
Eva, no creo que haya existido jamás una fi-
gura mas hermosa que la suya. d
Organizamos una pequeña fiesta para los
niños en el cuarto donde dormian,
Carolina se presentó con el traje de novia
á esíos pobres niños que palmotearon y la
aclamaron con toda la fuerza de sus pulmo-
nes.
La novia prorumpió en llanto al pensar que
iva á partir y los abrazó mil y mil veces has-
ta el momento en que fué á buscarla Príin-
cipe,
Al verle, me da pena el decirlo, Pepe se
arrojó sobre su cuñado y le mordió con furia,
M. Turveydrop, que esperaba á Carolina
en el salon con toda la pompa de su ademan
y de sus gracias, le dió la bendicion con en-
ternecimiento y dijo á mi tutor que la dicha
de su hijo era su propia obra y que lo habia
sacrificado todo para realizarla.
—Vivirán en mi casa, decia; es bastante
espaciosa para que vivan en ella con comodi-
dad, y tengo un placer en albergarles bajo
mi techo. Como comprendereis muy bien, ca-
ballero , porque debeis acordaros del principe
regente, mi ilustre modelo, hubiera deseado
que mi hijo entrara en una familia de mayor
gracia , de mas elegancia... pero hágase la
voluntad de Dios,
Como podia esperarse en casa de mistress
Jellyby los convidados , que eran poco nu-
merosos , se ocupaban exclusivamente de los
intereses públicos.
Dichos convidados eran mistress Pardiggle
y su marido, caballero obstinado con frac
muy largo y enorme peluca, que hablaba
continuamente con voz de bajo profundo de
su ligera ofrenda , de la de su mujer y del
óbolo dado por sus hijos; M. Gusher, con el
cabello violentamente echado hácia atrás, sus
sienes huesosas y relucientes, que represen-
taba mas bien que un amante despreciado el
novio feliz de una lady millonaria ; la señori-
ta Wisk, cuya mision, segun dijo mi tutor,
era probar al mundo que el hombre y la mu-
jer no tienen otro fin en la tierra que ir de
junta en junta á provocar decisiones aclara-
torias sobre todo en general ; una señora muy
sucia , con el gorro torcido y un chal que lle-
vaba aun pegado con alfileres la tarjeta de la
tienda donde se habia comprado, y finalmen-
te, un caballero disputador que tenia , Segun
decia, por mision la fraternidad universal,
Pero que estaba reñido con toda su familia,
O Creo que , aunque se hubiera hecho ex-
presamente, fuera posible encontrar personas:
que estuvieran menos en armonía con la cir-
cunstancia que las reunia. De todas las risio-
nes, la única que no podian soportar era la.
vil mision de los intereses domésticos. La se-
ñorita Wisk llegó á decirnos con indignacion,
algunos momentos antes de sentarnos á lame-
sa, que era una calumnia insultante que el:
hombre, indigno tirano del otro sexo, se:
complacia en propagar, el decir que la mision.
de la mujer se encerraba tan solo en la angos-
ta esfera del hogar doméstico.
Me llamó la atencion otra singularidad, y:
era que nadie, á excepcion de M. Gusher cu-
ya mision, como he dicho en otra ocasion ,.
era admirar á todo el mundo , hacia caso al-
guno de la mision del prójimo, El único re--
medio de todos los males de la sociedad, se-
gun mistress Pardiggle, era perseguir al po-
bre, apoderarse de él y aplicarle la benefi-
cencia como una cadena de presidario. Para
miss Wisk, la emancipacion de la mujer era.
por el contrario lo único que podia saivar al.
género humano , y mientras sostenia esta te-
sis con ardor, mistress Jellyby se sonreia:
ante la vision lejana de Borrioboula Gha.
Pero volvamos al casamiento de Carolina..
Fuímos á la iglesia 4 donde M. Jellyby con-
dujo 4 la novia,
Seguíales M. Turveydrop , y no tengo pa-
labras suficientes para hacer justicia al aire:
increiblemente distinguido con que este caba=
llero permaneció detrás de Eva y de mi duran-
te toda la ceremonia con el sombrero debajo
del brazo izquierdo (con el interior de frente
al sacerdote como la boca de un cañon), los.
ojos levantados hasta los bordes de la peluca,.
el cuello tieso , el hombro alto y la pierna de-
recha levemente doblada,
Miss Wisk , de un exterior naturalmente.
poco agradable, escuchó con el mayor desden:
las palabras del ritual, tan humillantes para.
la mujer,
Mistress Jellyby, aunque su mirada y Su:
sonrisa conservaban su habitual dulzura, pare-
cia que era la persona menos interesada en la.
ceremonia, =
Volvimos á almorzar, y mistress Jellyby
ocupó uno de los extremos de la mesa y su.
marido se sentó en frente de ella.
Antes de entrar en el aposento donde nos.
esperaba el almuerzo Carolina subió al cuarto-
de los niños para volver á abrazarles y de-
cirles que se llamaba ya Carolina Turvey-
drop; pero esta noticia , en vez de causar una
agradable sorpresa á Pepe, le encolerizó de
tal modo , que su hermana me envió á llamar
para que lo tranquilizase, y únicamente lo:
conseguí prometiéndole que almorzaria conmi-
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