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Tomás es el humilde precursor que se ade-
lanta á su amo como el pez piloto que precede
al tiburon.
En efecto, sir Leicester y milady llegan el
dia siguiente por la tarde, acompañados de
sus numerosos criados y seguidos muy pronto
de una multitud de parientes que acuden de
todos lus puntos del horizonte.
De lo cual resulta que durante varias se-
manas se ven vagar por todo el país, espe-
cialmente per los sitios en que Doodle se es-
parce en lluvia de oro y raudales de cerveza,
misteriosos caballeros que son seres de carác-
ter bullicioso que van y vienen de un lado á
otro y nunca hacen nada, :
Sir Leicester reconoce en esta ocasion la
ventaja de tener una extensa parentela; na-
- die figura mejor en una comida de caza que
el distinguido Bob Stables , y difícilmente se
encontrarían ciudadanos de la vieja Inglaterra
mas dispuestos á correr de comité en comité
como los demás primos del baron.
Volumnia no brilla por la inteligencia , pe-
ro es una verdadera Dedlock , y ciertas gen-
tes aprecian aun su conversacion franca y sus
charadas francesas que han llegado á hacerse
nuevas de puro viejas, y consideran como
una dicha darle la mano para conducirla á la
mesa Ó para bailar con ella. Bailar es algunas
veces una obra de patriotismo , y en estas
ocasiones solemnes Volumnia. salta constante -
mente por la ingrata patria que le niega una
pension.
Milady sigue delicada y se ocupa poco de
sus huéspedes; no se presenta en el salon
hasta una hora muy avanzada , pero anima
con su presencia las comidas y los bailes so-
poríferos que se dan en las grandes ocasio=
Nes.
- Sir Leicester cree completamente imposible
que quien tiene la dicha de ser recibido en
Chesney-Wold pueda carecer de nada, y
encerrándose en una satisfaccion llena de gran-
deza va y viene en medio de aquella nume-
rosa sociedad en la que produce el efecto de
un poderose refrigerante.
Los primos, que han trotado todo el dia
con guantes de piel de gamo y létigo de caza
por los condados , y con guantes de cabritilla
y baston por los pueblos, le cuentan todo lo
que han visto en las asambleas electorales, y
el respetable baron les dirige una arenga á los
postres y habla despues con Volumnia de la
situacion política , de lo cual deduce que esta
última es una mujer mas formal de lo que se
figuraba, Su
—¿ Cómo van nuestros negocios ? pregunta
la dama al baron que sale de la mesa y vuel-
ye al salon rodeado de sus primos.
—Medianamente, responde sentándose cer-
LA CASA
ca de la chimenea , donde hay fuego para él á
pesar de estar en verano.
— ¿Solo medianamente ? exclama Volum-
nia com expresion de duda,
—He dicho medianamente , repite sir Lei-
cester con tono firme y cierto desagrado que
significa: No soy un hombre ordinario, y
cuando me sirvo de una palabra se ha de sa-
ber que es la que conviene.
—¿ No hacen al menos oposicion á vuestra
candidatura 1 dls
—No, Volumnia ; este desgraciado país ha
perdido la razon sobre muchos puntos ; siento
decirlo , pero...
—No es bastante insensato para llegar á
es? extremo.
Esta interrupcion hace recobrar la privanza
á miss Dedlock,
-En cuanto á su observacion es completa-
mente supérflua; sir Leicester no presenta
nunca su candidatura á los electores mas que
como un pedido ventajoso que deben ejecutar
en el acto, y se contenta en cuanto á las dos
plazas menos importantes que le pertenecen
.con designar los individuos que deben ocu-
parlas, significando á sus proveedores que «se
dignen trasformar estos materiales en dos in-
dividuos del parlamento y de enviárselos
cuando estén terminados, » E
—Siento, sin embargo, Volumnia , conti-
nua el baron, tener que deciros que en mu-
chos puntos el pueblo ha manifestado nn es-
píritu revolucionario y que el gobierno ha en-
contrado en dichos sitios una oposicion de
mal carácter.
-—¡ Miserables! responde miss Dedlock.
—Y hasta en la mayor parte de los casos,
prosigue el baron dirigiendo la mirada á los
primos dispersos por el salon , en que el go-
bierno ha triunfado de los facciosos (adver-
tiremos de paso que los Coodlistas son faccio-
sos para los Doodlistas y recíprocamente ),
siento decirlo y confesarlo por la honra de In -
glaterra, la buena causa solo ha triunfado á
costa de enormes sacrificios... de centepares
de libras esterlinas , añade el baron con ade-
man profundamente indignado.
Miss Dedlock tiene un defecto , y es el ser
algo ingenua , cualidad graciosa á los quince
años, pero que cae muy mal con el afeite que
cubre sus mejillas.
—¿Por qué los hacen? pregunta con in-
oportuna ingenuidad,
—¡ Volumnia | dice sir Leicester con tono de
reproche. ¡ Volumnia !
—No, no, soy estúpida; no queria decir
eso, ¡Qué lástima | exclama miss Dedlock con
entusiasmo,
—Me alegro , Volumnia, responde sir Lei-
cester de oiros decir: ¡qué lástima! Es en