604 EL TRIBUNAL
prisionero, y cuando comprendió que se acercaba
- el. momento de almorzar, ocultó la daga, se :eJó
caer en el lecho, y dijo:
—Una hora: más; no más que una hora, y habré
concluido. Luego habré de vencer lo más dificil;
pero estoy resuelto á todo, no tendré los escrúpulos
que fueron causa de mi perdicion en palacio; en-
tonces respeté la vida del comendador, y ahora, si
es absolutamente preciso para salvarme, no respe-
taré.la de un bribon,
Al decir esto, Martin sonaron las llaves y cerro-
jos de la puerta, y Andrés entró. no como los demás
dias, alegre y animado, sino pensativo y casitriste.
—Dios os guardo, —dijo mientras se dejaba caer
en una silla.
—Qué os sucede? —le preguntó el jóven, mirán-
dolo sorprendido,
—Todo lo peor que puede sucederme; es decir,
que se empieza á murmurar de mi conducta y te-
mo mucho que quieran obligarme á vivir entera-
mente solo, ó lo que es lo mismo, que me prohiban
estas horas de contento que Eo con vos.
—¿Y por qué?
—No falta quien diga que con el sistema que sigo
no soisun preso, sino un huésped regaladocomoun
principe, y que yo, en vez de vuestro guardian, soy
vuestro amigo intimo, lo cual tarde ó temprano aca-
bará por dar los resultados peores en cuanto á vues-