46 E y EL TRIBUNAL |
Su adbeo, de uaa belleza Tara, tenia una , expre-
sion de dulzura angelical.
La mirada de sus grandes ojos azules, era gra ta, 3
de encantadora ea como su dos oe y sen- :
sible. A |
Sus cabellos eran rubios, O y brillantes, su E
lle esbelto y sus formas admirablemente modeladas.
La modestia, el pudor y todas las virtudes, se
adivinaban en ella al primer golpe de vista.
Nada más bello ni más ioteresante que aquella
criatura, que apenas tendria diez y ocho años, y Cu-
ya alma era un tesoro ES candidez, de inocencia 27
de puro amor. oo A $
Parecia que vua ligera nube oscurecia constan -
temente sus magníficos ojos y su frente espaciosa y |
tersa que siempre se veia ligeramente inclinada con
aire melancólico. 4
E Tales eran la hermana y la hija del caballero.
Lancaste, que murió luchando en defensa de la inte-
: Suean de las leyes “de su patria.
- Olvidábamos decir que la jóven se llamaba Ma- 4
ría, nombre dulcísimo como su carácter. P
Despues de algunos . segundos de silencio, duran-
te los cuales ninguna de las dos mujeres acertó á
pronunciar una palabra, porque no se lo permitió la
- conmoción de la sorpresa, dijo la anciana:
- —¿Qué siemifica esto, mi buen amigo? Por el te- |
-jado habeis debido entrar, y esto no me lo explico A
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