Full text: [Tomo 2] (2)

496 EL. TRIBUNAL 
—Repito que me sobran fuerzas. 
—Buscaré la silla, y si buenamente puedo en- 
contrarla, ¡reis mejor. 
—Pero no aguardemos á mañana; esta misma 
noche... ¡Ah!... Yo sé el valor que tienen las pro- 
mesas de esos miserables. 
—Esta noche será. 
—Idos, pues, Jorge, y no perdamos más tiempo. 
—Y vosotros, —preguntó María, —¿qué hareis 
luego? 
—Ya os lo he dicho, señora. 
—Pero.... 
—No puedo daros detalles de lo que ignoro: ha- 
remos lo que las circunstancias nos «aconsejen y 
nos permitan. 
—Eso es muy vago... 
—Si, tan vago, tan incierto, tan dudoso como 
nuestro porvenir. 
—¡Ahl...... 
—Mañana mismo tendré una casa con las con- 
diciones que necesitamos: no quiero recurrir á nin- 
gun amigo, porque á nadie quiero comprometer, Y 
porque necesitamos libertad completa si algo hemos 
de adelantar. Esto es lo más importante. En cuanto 
á lo demás, procuraré aprovechar el dia, porque 
á la noche probablemente se habrá comprendido 
que me burlo del gobernador. ; 
— ¡Dios mio! —exclamó María. 
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