Full text: Tomo III (3)

DE LA SANGRE. 125 
Empero no se trataba de su amor; sino de su 
hijo. 
Tenia que decidirse entre su hijo y.su padre. 
¿Y qué buena madre pospone á su hijo, lo sacri- 
fica por nada ni á nada? 
¿Qué buena hija pospone á su padre? 
La alternativa no podia ser más horrible, más 
espantosa. 
La desdichada jóven luchó, quiso decidirse mil 
YECeS.:. 
Siempre le faltó el valor. 
Habia trascurrido cerca.de un. año y no habia 
decidido más que luchar, trabajar sin. descanso 
para salir del convento, y buscar á su hijo. 
¿Y luego? 
¿Qué haria cuando se viese libre? 
¡No lo sabia! 
Majer alguna se ha visto en situacion igual 
Semejante lucha debia necesariamente acabar 
con su existencia, porque para resistir sus efectos 
eran pocas todas las fuerzas humanas. 
Asi lo comprendió la infeliz. 
—Basta, —dijo al fin.—No pensaré más que en 
los medios de recobrar la libertad, buscar á mi hijo 
y en hacer llegar á Ran la noticia de mi existencia. 
Esta resolucion fué la salvacion de su vida. 
Pensó y tanto pensó, que más de una noche la 
pasó sin dormir. :
	        
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