Full text: Tomo III (3)

688 EL TRIBUNAL 
hubiera jugado; pero los protege Satanás, de lo cual 
yo no tengo la culpa, señor. 
—¿Qué hicieron? 
. 
—Nada más que provocarme; pero cuando ciégo 
de ira empezaba á olvidarme. de todo, apareció un 
fraile y me mandó envainar la espada. 
—¡Y á un fraile habeis obedecido!... 
—Al fraile, no. 
—Entonces... 
—A las pistolas que estaban en manos del fraile. 
Puede comprenderse con cuánta sorpresa y: con 
cuánto angustioso afan escucharía el sacerdote. ' 
—No tuve miedo,—añadió Andrés; —pero al de- 
jarme matar hubiéramos perdido mucho sin adélan- 
tar nada, y como tengo la:seguridad de encontrarlos 
otra vez, y como no siempre he de ir solo ni siem- 
pre ha de presentarse Lucifer vestido de monge y 
con pistolas, los he dejado y he venido á dar la no- 
ticia á vuestra majestad. 
Felipe 11, con -el' rostro: pálido, y. condiaida, dió 
algunos paseos por la cámara. 
—¡Está en Madrid, está en Madrid! —murmuraba 
entre tanto el sacerdote, que temblaba: de alegría y 
de temor. 
—No. os detengais á buscar á Alea Roque, —dijo el 
monarca deteniéndose:-—os llevareis algunos solda- 
dos, entrareis enla casa que habita esa mujer, y:05 
apoderareis de ella: 
A
	        
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