DE LA: SANGRE, 551
—No adivino.. :
«—Todo lo dias pero otro dia: Alo no 08s
diré más.sino que sobre: las muertes del principe
don Cárlos y de don Juande Austria sé lo que na-
diesabe; puedoprubar loque asombraria al mundo...
—¡Señor Jorge!..:
—¿Os olvidais otra vez de que soy fraile?
—No me acostumbraré jamás á semejante idea...
—Lo siento, porque me vá muy bien con esta -
vida; tan bien, que no comprendo cómo hay nin-
gun ho ombre que no haga lo mismo que yo.
—Me alegro: pero continuad loque decíais.
—Yo esperaba quealgun dia volviéseis á España,
y como no siempre habiais de ser bastante afortu-
nado para libraros de la persecucion del rey, he
creido muy oportuno hacerme dueño de un arma
terrible, para defenderos y defender tambien mi
- Persona, puesto que más ó ménos tarde es posible
que descubran mis anteced entes.
—¿Pero qué tiene que ver todo eso con las des-
gracias del principe ni de don Juan?
—Ahora no podeis entenderme.
—Si no os explicais con más ol laridad...
—Lo haré otro dia.
—Entónces ... 1
-—Nos ocuparemos del jóven Raul, porque ha-
beis de saber que el niño tan buscado se llama lo
Mismo que su padre.