04 EL TRIBUNAL
ña Luz, ni con doña Inés transigirán sus parientes,
que rompieron con ella desde que os casásteis.
—Y á estas horas nos buscarán...
—Y os encontrarán, no lo dudeis, porque con
más 6 ménos prudencia, vos sereis siempre lo que
habeis sido, y en vez de ocultaros,..
—Me presentaré en ra partes, —dijo engrgi-
camente Martin. :
—Ya lo veo; puesto que habeis venido aquí, lo
cual equivale á meteros en q mismas habitaciones
que ocupa el rey. E :
—No desconozco el peligro.
-—Ya sé que os complaceis en arrostrarlo.
—Y en vano será que me deis consejos...
—No perderé el tiempo en daros ninguno, po!”
que ya sé que es una gran verdad aquel refran qu?
dice, que condicion y figura hasta la sepultura. :
—Pensemos lo que ha de hacerse...
—Repito que todavía no lo sé.
Púsose en pié Martin.
—¡¿Ya os vais?
8, me vuelvo á Madrid para poner á á Ra
corriente de todo.
—¿ Y luego?
—No me ocurre más que una sola idea.
—Sepamos.
—Raul y yo saldremos de la córte,
— ¡Hácia dónde ireis?
ul al