Full text: Tomo IV. (4)

DE LA SANGRE. 627 
monasterio del Escorial, es más dificil comprender 
la escena que vamos á referir. Por esta razon nos 
es forzoso dar una ligera idea de la localidad. 
El dormitorio de Felipe II, que aún se conser- 
va tal como estaba en aquella época, es un aposento 
tan reducido, que despues de colocada una cama, 
no queda más espacio que el absolutamente preciso 
para que pase una persona. 
Sus paredes son de riquísimos jaspes, labrados 
con todo el gusto y toda la severidad que se advier- 
te en los últimos detalles del edificio. 
Frente á la puerta hay dos ventanas, .ó más 
bien una dividida en dos, que dan al presbiterio de 
la iglesia, y que están por consiguiente 4 muy po- 
ca distancia del altar mayor; de modo que sin mo- 
verse del lecho podia Felipe II asistir á los divinos 
oficios, encontrándose tan cerca de Dios, como afa- 
naba desde que su conciencia habia empezado á le- 
- vantar el grito. Estas ventanas no tenian más que 
una simple hoja con cristales. 
En otro de los costados de la habitacion hay un 
espacio, tambien muy reducido, donde entónces se 
colocaba un altar, que simpre se veia cubierto de 
reliquias y de imágenes de santos. 
Antes de entrar en el dormitorio se encuentra 
otro aposento, tambien de escasas dimensiones, y 
en el cual habia una mesa donde casi siempre tra- 
bajaba Felipe II con su secretario Antonio Perez.
	        
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