18% LOS MÁRTIRES ESPAÑOLES
Pero sus enemigos no cejaban, y en su maldad
temeraria, acordaron un plan diabólico.
Todos conocían las íntimas relaciones que había
habido entre Mina y Juan Martín, y en esta amis-
tad fundaron su traición para perderle.
Al efecto, enviaron persona de toda su confianza
al pueblo donde se encontraba, para que, fingién-
dose emisario de Mina, tratara con él de un movi-
miento revolucionario en sentido liberal.
Y el emisario llegó á su destino.
Pero para visitar á Juan Martín halló más di-
ficultades de las que pudo esperar.
Porque vivía tan prevenido, que no se dejaba
ver más que de aquellas personas que le inspira-
ban confianza.
El Empecinado sabía de Mina, aunque no con mu-
cha frecuencia.
Pero de modo tan reservado é indirecto, que re-
sultaba casi imposible descubrirlo.
Y eso que en aquellas relaciones de antigua y
verdadera amistad, si de algo que no fuera fami-
liar se trataba, nada de ello podía tada en
sentido revolucionario. |
El emisario no se atrevió á decir á persona al-
guna, fuera de aquellos á quienes fué recomenda-
do, el objeto de su viaje. 2
Y como Juan Martín no se trataba con los apos-
tólicos, ni éstos eran buen conducto para avisarle
la presencia de un emisario de Mina, aquel alma
ruín que había aceptado papel tan repugnante y
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