174 LOS MÁRTIRES ESPAÑOLES
ra que eran hombres de carne y hueso como los
demás, y por ello sujetos á las debilidades huma-
nas, dejaría de respetar el estado eclesiástico; «y
la Religión se habría hundido».
De modo que para aquellos caballeros, la vida
del catolicismo no está fundada en las doctrinas del
Evangelio de Jesús, sino en la ignorancia de las
gentes.
¡Qué blasfemia tan espantosa!
Ni Arrio, ni Juliano el apóstata, ni Martín Lu-
tero, ni ninguno de los grandes disidentes, profi-
rieron jamás doctrina tan perniciosa, tan fanesta
y tan falsa.
Precisamente la mejor razón que se puede adu-
cir en favor del cristianismo, es que después de
dos mil años de estar en tales manos, aún no ha
desaparecido del mundo... |
Por el contrario: el número de los cristianos au-
menta de día en día... |
No podemos decir lo mismo del número de los
católicos, apostólicos, romanos, por más que nos
sea doloroso consignarlo.
Estos son cada un día menos; y no juzgamos
aventurado y menos inexacto afirmar, que verda-
deros católicos son hoy día tantos como las mos-
cas blancas.
¿Es la culpa de la doctrina?
Ciertamente no.
¿De quién es entonces?
De aquellos que jamás se encuentran satisfechos,