Full text: Tomo 2 (002)

  
  
16 LOS MÁRTIRES ESPAÑOLES 
.. Aquel serón era... «el carro triunfal de los_ne- * 
gros», según le llamaban los realistas. 
Sentado sobre él iría Riego al patíbulo afrento- 
so, para mayor ignominia del reo... 
¡Ah, no! 
Para mayor ignominia de sus crueles verdugos. 
Todas las tropas de la guarnición estaban sobre 
las armas, y todos los voluntarios realistas en las 
calles para formar línea en la carrera. 
¡Se rendían al reo los honores reales! 
Sólo faltó que presentaran armas al pasar Riego. 
: Entre maldiciones y conjuros, el verdugo le pu- 
so la hopa amarilla. 
Antes le arrancó violentamente las insignias mi- 
litares, «por haberlas deshonrado», según expre- 
sión fiel de uno de los frailes que le acompañaban. 
Desde que salió de la capilla, aquella turba de 
criminales con hábitos religiosos, comenzaron su 
comedia. : 
Que había que fingir, para que luego fuese creí- 
da la retractación que tenían preparada. | 
—¡Mira á Dios! —le gritó uno de los frailes es- 
forzando la voz como si tratara con algún sordo. 
—Sólo en Él pienso. 
Al oir esta contestación, añadió otro fraile: 
—Pues Dios te manda maldecir la Constitución 
y bendecir al rey absoluto. 
- —Ese Dios no es el mío. El verdadero Dios no 
reconoce estados PORIOAE bi 
— ¡Hereje! 
  
  
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