16 LOS MÁRTIRES ESPAÑOLES
.. Aquel serón era... «el carro triunfal de los_ne- *
gros», según le llamaban los realistas.
Sentado sobre él iría Riego al patíbulo afrento-
so, para mayor ignominia del reo...
¡Ah, no!
Para mayor ignominia de sus crueles verdugos.
Todas las tropas de la guarnición estaban sobre
las armas, y todos los voluntarios realistas en las
calles para formar línea en la carrera.
¡Se rendían al reo los honores reales!
Sólo faltó que presentaran armas al pasar Riego.
: Entre maldiciones y conjuros, el verdugo le pu-
so la hopa amarilla.
Antes le arrancó violentamente las insignias mi-
litares, «por haberlas deshonrado», según expre-
sión fiel de uno de los frailes que le acompañaban.
Desde que salió de la capilla, aquella turba de
criminales con hábitos religiosos, comenzaron su
comedia. :
Que había que fingir, para que luego fuese creí-
da la retractación que tenían preparada. |
—¡Mira á Dios! —le gritó uno de los frailes es-
forzando la voz como si tratara con algún sordo.
—Sólo en Él pienso.
Al oir esta contestación, añadió otro fraile:
—Pues Dios te manda maldecir la Constitución
y bendecir al rey absoluto.
- —Ese Dios no es el mío. El verdadero Dios no
reconoce estados PORIOAE bi
— ¡Hereje!
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