LOS MÁRTIRES ESPAÑOLES 207
seguro de que tendría un gran placer y un alto ho-
hor en reconoceros jefe de la revolución española,
como lo tuve al triunfar el sublevado de Cabezas
de San Juan.
Dos objetos llevaba Mina al hablar de este
modo.
Primero: destruir el mal efecto y las ideas que su
negativa hubieran producido en el coronel Bazán,
y recordarle cómo había muerto el inolvidable don
Rafael del Riego. :
Sin temor á que hubiese creído'que se oponía al
—Ihovimiento por envidia, porque no era él el que
lo realizaba, de seguro que adoptara medidas enér-
-$icas que hubieran evitado la intentona.
Porque estaba persuadido de que por aquel ca-
Mino, lejos de adelantar, se atrasaba mucho.
Pero el coronel, que veía las cosas de modo dis-
tinto, y que, soñando emular las glorias de sus an-
tepasados, pretendía alcanzar tanto renombre y
fama como don Alvaro el granadino al apoderarse
de las islas Terceras que estaban en poder de los |
franceses, y de haber conquistado el renombre de
los héroes por mar y por tierra, desoyendo la voz
de la experiencia, se lanzó al mar.
Pensaba el coronel, y con él su hermano y los.
Que le seguían, que tan luego como tocaran en
tierra se les unirían las fuerzas que andaban por la
Costa en persecución del contrabando.
Creían también que, tan luego como el suceso
fuera conocido en el interior, se sublevarían algu- ,