210 LOS MÁRTIRES ESPAÑOLES
era aún más fogoso que él, siguió adelante por la
senda de la perdición.
Y el mal, que pudo tener remedio, se convirtió
en catástrofe.
Un día lluvioso en que las nubes parecía que se
desgajaban en agua y chispas eléctricas, estando
guarecidos en una casa de campo, fueron atacados
por fuerzas considerables.
Que nada menos que cuatro mil infantes y ocho-
cientos jinetes, pusieron cerco á las débiles tapias
que encerraban aquellos setenta hombres,
La resistencia era inútil en absoluto; pero como
el resultado era de todos modos morir, trabaron
combate.
De los setenta soldados, unos cincuenta, aprove-
chando el temporal y los accidentes del terreno,
lograron escaparse, y emprendieron la fuga sin di-
rección ni rumbo fijo.
Los hermanos Bazán, al verse solos con veinte
hombres, intentaron romper por medio del enemi.-
go, y cual si dispusieran de una plaza que les de-
fendiera con el fuego de sus cañones, y de refuer-
zos que pudiesen llegar, salieron marchando de
frente con un valor y un denuedo saqapareido y
digno de mejor suerte.
Cual bandada de buitres hambrientos cayeron
sobre ellos los enemigos, encerrándoles en un cír-.
culo de bayonetas, que poco á poco se iba estre-
| chando sin disparar un tiro en contestación á los -
que los acorralados disparaban.
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