Full text: Tomo 2 (002)

218 LOS MÁRTIRES ESPAÑOLES 
—Pero puede llegar á ser publicada tan luego 
como yo quiera. 
—AsÍ es. 
—¡Reinar mi cuñada Francisca! Si al cumplirse 
el año de mi cuarto casamiento no hay señales de 
alumbramiento, pido al Papa que anule mi matri- 
monio, y tomo la quinta esposa... ¡Cuando yo me 
empeño en una cosa!... 
En esto se presentó Ballesteros. 
La fisonomía de Fernando varió por completo. 
Y, tomando la palabra, dijo: | 
—¡Gracias 4 Dios que ha llegado el hombre que - 
hasta ahora no me dió ni un solo disgusto! Puedes 
retirarte, Calomarde: el amo de los cuartos no habla 
jamás de política, y. por lo tanto, no te importa 
lo que tenga que hablar conmigo, 
De modo menos correcto no podía despedir al 
jefe del ministerio. | 
Pero por estas genialidades del rey nadie se eno- 
jaba: tan acostumbrados estaban todos á cosas 
mayores. 
Cerca de una hora duró la conversación entre el 
rey y Ballesteros. 
Pasado este espacio de tiempo, el ministro de 
Hacienda se despidió, siendo acompañado hasta la 
puerta por Fernando, el cual le dijo: 
- -——¿De modo que por inero no hay que apu- 
rarse? | 
—Ya tuve la honra de dente á vuestra majestad; 
que no sólo existen fondos para atender 4 todos 
o» 
  
 
	        
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