Full text: Tomo 2 (002)

  
  
  
  
  
  
   
LOS MÁRTIRES ESPAÑOLES 34 
—Así lo dijo Jesucristo. 
Desde aquel momento no se volvió 4 pensar en 
dirigir preguntas á Riego. 
Los frailes, ya entonaban oraciones con acompa: 
sado acento, ya rezaban en alta voz para que el 
pueblo repitiera sus palabras, ya levantaban los 
brazos hacia el cielo cual si nploraran cle- 
menCia... | 
Pero nada de esto evitaba que las injurias y las 
maldiciones del populacho cayeran sobre el reo, 
acompañadas de algunas piedras. 
Riego se negó á sentarse en el serón. | 
—Eso será bueno, para aquellos que carezcan 
de fuerzas para marchar por sus propios pies. | 
—Eso es bueno—le respondieron—para los eri- 
minales, para los traidores, para los ladrones y Ñ 
asesinos... para los que atentaron á la autoridad e A 
del rey. | . s 
—Entonces podéis sentaros todos VOSOtr OS... S 
yO M0... 
A tan arrogante respuesta, estalló la ira de aque- 
llas beatísimas personalidades, y el infeliz Riego, 
atado, bien sujeto, recibió muchos golpes, y á po- 
rrazos cayó sobre el serón. | 
- Le trataban como traidor y reg gicida; y no con- 
tentos, como á hereje. | 
- Entre los golpes recibió uno tan grave, que á 
ser algo más violento, le hubiera arrancado la vi- 
da sin necesidad de verdugo. 
Se lo había dado un frailo... 
TOMO MH, 
  
   
    
   
  
  
  
  
   
  
  
  
  
   
	        
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