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18 LOS, MÁRTIRES ESPAÑOLES
Un fraile que sabía matar sin herir...que hubie-
ra tenido á gala ser el verdugo de Riego.
Todo el tránsito fué un verdadero escándalo, in-
dieno de un pueblo civilizado.
Pero muy propio de un millar de frailes y de al-
eunos millares de absolutistas.
Vargas y el padre Jacinto habían logrado acer-
carse á él en uno de los deseansos que hizo la co-
aitiva, á fin de entonar cánticos, bien distantes de
o que sentían los que los entonaban.
Vargas Metalica al ver la situación en que iba
su pobre amigo.
El jesuíta, impasible, se le acercó y le dijo:
-Aún puedo ofreceros la vida: una palabra
vuestra bastará para ello.
—Jamás supe mentir: además, el go
recibido y que me obligó 4 caer sobre el serón, es
superior á vuestro poder. Ro gad á Dios por mi alma.
—¿Quién os dió el golpe?
—Uno á quien llaman el
El jesuíta echó la bendición sobre Riego, y. sin
demostrar impresión alguna, se alejó seguido de
Vargas. %
Ya no había nada que hacer allí.
Que al pie del patíbulo, tuvieron que incorpora
al reo.
El dolor que el golpe funesto le había causado,
le impedía tenerse en pie. -
Eso querían los realistas: demostrar que Riego
moría como un cobarde.