LOS MÁRTIRES ESPAÑOLES 233
—Pues tenga le evidencia de que tampoco le
Verá en su vida.
—Vamos á ver, ¿y qué bado ó que quieres que
haga por tí?
—Sólo os pido una gracia.
—Concedida,
-—Que me permitáis pasar el resto de mis días
alejado del mundo, al lado de mi hijo. |
-—¡Dos pesares de un golpe!
—Si vuestra majestad ha de...
—No; lo concedí y mi palabra no tiene vuelta
de hoja. ¡Digo!... y ahora que tengo á tu hijo al
lado de Teresa... j e ¡
— Señor...
—¿Qué? |
— Retiro la segunda parte de mi petición; y no
lo hago de la primera también, porque, como un
día me dijo vuestra majestad, los trastos viejos
sólo deben estar en las guardillas.
—Bien: tienes carta blanca para ir y venir 4 tu
antojo ó para estacionarte donde quieras; en todas
las tesorerías de provincias podrás recoger á pri-
meros del mes la misma paga que disfrutabas en
palacio. | ]
—Gracias, señor. |
, —Y ahora, á fin de que no pasos eta vs del mo-
mento, toma. : | | |
Y sacando de un secreter una bolsa de soda de
do verde con anillas de oro y bastantes onzas dentro,
_sela dió. | | ao
HOMO ci OS 0