256 LOS MÁRTIRES ESPAÑOLES
Que, alma noble, perdonaba las ofensas, y bue-
na española, no anteponía jamás su personalidad
y sus intereses á lo que juzgaba el bien de la
patria.
Discurriendo y pensando de este modo, mere-
cía, como todos los liberales, el dictado de «<cán-
dida».
Como que para ella no había más que Fernan-
do VII rey constitucional, en cuya expresión sin-
tetizaba la dicha de España, por más que ella no
pudiese de ningún modo vivir en el suelo donde
había nacido. |
El Padre Puñal se fijó mucho en aquellas gentes
que se marchaban sin oir el término de la oración
facciosa, y procuró saber quiénes eran.
En los pueblos pequeños, tal empresa no resulta
difícil: todos sus habitantes se conocen,
Antes de tres días ya estaba enterado de todos y
de cada uno.
Respecto á Teresa, sabía que era la esposa de
un liberal emigrado; que su marido estaba ausen-
te, y que se dedicaba al contrabando. |
Con tales datos, no tuvo reparo en irá verlá á
su casa. | |
Gran sorpresa causó á Teresa la visita, pues no
podía imaginar que aquel hombre pisara su mo-
rada. ) i |
Pero le recibió con respeto, por tratarse de un
religioso. |
El Padre Puñal, que sabía amoldarse en apa-