Full text: Tomo 2 (002)

LOS MÁRTIRES ESPAÑOLES 263 
Pasada la media noche, el sueño la rendía, su- 
perando todos sus esfuerzos. 
Y sentada como estaba, cerró los ojos y se que: 
dó traspuesta., 
Pero por breves momentos. 
Al comprender que se había dormido, é igno- 
rando si mucho ó poco tiempo, se alarmó. 
Abandonó el asiento, humedeció sus ojos con 
agua fría... 
Pero todo inútil... 
Perjudicial. 
El agua fría producía buenos resultados instan- 
táneos... pero después el calor producido por la 
sangre que se agolpaba para neutralizar los efec» 
tos físicos, aumentaba la pesadez de los párpados 
y la desesperación de Teresa. 
Andaba, se movía... 
Mas ¿estaba despierta? 
Ella creía que sí. 
Pero aquello sólo era una ilusión. 
Soñaba que velaba á su hija y que defendía su 
honra. 
-— Pero tan dormida estaba que no oyó exito al- 
guno, ni tuvo conciencia de lo que sucedía á su la- 
do, hasta que sintió una mano que posándose so- 
bre su hombro le oprimía, mientras que cien 
estas palabras á sus oidos: 
—-¡Ya eres mía! | 
¡Qué despertar tan espantoso! 
Aquella mano era la del fraile. 
  
 
	        
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