LOS MÁRTIRES ESPAÑOLES 299
nando era el mismo de siempre; que medía por
igual rasero al liberal que al apostólico, y que, por
lo tanto, en vez de cumplir lo ofrecido, iba des-
cartándose poco á poco de aquellos que podían es-
torbarle.
El conde de España había llegado á Barcelona,
y cumpliendo lo ofrecido al rey, se limitó á for-
mar la lista de aquellos en quienes había de saciar
su sed de sangre.
Ya se desesperaba, ya perdía por completo la
paciencia, cuando recibió. una autorización tan
amplia para castigar, cual nunca pudo suponer.
Sus fallos no necesitaban consulta alguna.
"Al que él condenara, sería ejecutado inme-
diatamente, sobre todo si se trataba de un apos-
lólico, :
Contento y satisfecho, pues ya «era autoridad,
y no un monote», comenzó á encarcelar gente,
que fué sometida á un consejo de guerra sumarÍ-
simo.
Al día siguiente del primer consejo, el general
España presenciaba el fusilamiento de catorce per-
sonas, entre las cuales las había que jamás se ha-
bían mezclado directamente en política.
Algunas semanas después, otro pelotón de des-
graciados sufría la misma suerte.
¿Eran todos apostólicos? |
No; que entre los fusilados había constitucio-
nales, pues el conde odiaba tanto á éstos como á
aquéllos,