Full text: Tomo 2 (002)

LOS MÁRTIRES ESPAÑOLES - 301 
Éste consultó con Lagares, concertaron un plan 
y lo pusieron en práctica. 
Consistía en admitir entre la partida de contra- 
bandistas al hombre sospechoso, para que cuando 
no tuviera tiempo material ni humano de dar avi- 
so, se le pusiera en el duro trance de contar la ver- 
dad entera, 
- El apostólico, al saber que podía vivir junto 4 Ju- 
lio, y por ello tener ocasiones favorables para ma- 
tarle, aceptó lleno de regocijo. | | 
Y en derechura fué á referírselo al Padre Puñal. 
Pero «le había entrado la mala», como decía el 
fraile cuando algo no le salía 4 medida de su de- 
seo, y dijo: 
No estoy conforme con que seas tú el que le 
mate; quiero matarle yo, y al efecto es preciso 
que le lleves al punto que convengamos de ante: 
mano. 
-—¿Y si no puedo conseguirlo? 
-—Como no tengo prisa, no te apures porque en 
esta expedición no logre mi ardiente deseo. 
- Y apretando los puños, añadió: 
—¡Quiero cortarle la cabeza; presentársela á la 
estúpida que, no teniendo Dios, habla de tener 
honra... Yo la enseñaré á esa mujerzuela, que no 
se juega con el Padre Puñal! s : 
El día antes de ponerse en marcha el contraban- 
do, fué enterado el apostólico del sitio por donde se 
había de hacer el alijo, y el lugar destinado de 
antemano para fingir la escaramuza, que atrayen- 
  
  
  
  
  
  
 
	        
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