LOS MÁRTIRES ESPAÑOLES - 301
Éste consultó con Lagares, concertaron un plan
y lo pusieron en práctica.
Consistía en admitir entre la partida de contra-
bandistas al hombre sospechoso, para que cuando
no tuviera tiempo material ni humano de dar avi-
so, se le pusiera en el duro trance de contar la ver-
dad entera,
- El apostólico, al saber que podía vivir junto 4 Ju-
lio, y por ello tener ocasiones favorables para ma-
tarle, aceptó lleno de regocijo. | |
Y en derechura fué á referírselo al Padre Puñal.
Pero «le había entrado la mala», como decía el
fraile cuando algo no le salía 4 medida de su de-
seo, y dijo:
No estoy conforme con que seas tú el que le
mate; quiero matarle yo, y al efecto es preciso
que le lleves al punto que convengamos de ante:
mano.
-—¿Y si no puedo conseguirlo?
-—Como no tengo prisa, no te apures porque en
esta expedición no logre mi ardiente deseo.
- Y apretando los puños, añadió:
—¡Quiero cortarle la cabeza; presentársela á la
estúpida que, no teniendo Dios, habla de tener
honra... Yo la enseñaré á esa mujerzuela, que no
se juega con el Padre Puñal! s :
El día antes de ponerse en marcha el contraban-
do, fué enterado el apostólico del sitio por donde se
había de hacer el alijo, y el lugar destinado de
antemano para fingir la escaramuza, que atrayen-