LOS MÁRTIRES ESPAÑOLES 305
La bala la había recibido en la cara, y por la
- herida salía un torrente de sangre.
¡Aún tenía vida; aún le quedaban fuerzas para
maldecir á los negros y para confiar en la salvación
de su alma!
¡Qué fanatismo!
Aquel hombre estaba loco. .
- Sólo pensando asf, es posible que se conciba una
estupidez semejante.
El fraile creía que matando liberales se ganaba
el cielo prometido en la vida eterna, como los ma-
—hometanos creen alcanzar el paraíso de su profe-
ta matando cristianos.
Al poco rato expiró el fraile.
Lagares dispuso que se abriera una fosa, y que
—Viesen qué había sido del espía.
Los que fueron 4 cumplir esta misión, le halla-
Ton cadáver. !
La bala le había herido el corazón.
Y en tanto que Julio realizaba la introducción
del contrabando, los dos cadáveres eran echados
€n una misma zanja, cubiertos de tierra, y seña-
lado el lugar donde se encontraban con una eruz
formada toscamente con dos ramas de árbol. ,
TOMO NL