384 LOS MÁRTIRES ESPAÑOLES
Y después de una pausa: |
—Has dicho que la persona de que nos ocupa:
mos, por sus modales y su traje, tenía todo el as-
pecto de un caballero.
—AsÍ es.
—¿Qué ropa usaba?
—Sin duda alguna, la de más precio, y de corte
extranjero: como su acento,
—¡Ah!... ese es un dato precioso. De modo que
no se trata de un español.
—Juraría que era inglés, j
—i¡Pobre Clotilde! —exclamó Teresa. — Temís-
teis un peligro, y quien lo corría, y quizás lo co-
rre, SOy yo.
— ¿Vos?
-—Sí —interrumpió Lagares; seguramente no
tienes que temer cosa alguna, y, en cambio, Tere.
sa... pero confío en que tampoco. Pitt ha demos-
trado siempre que es un eumplido caballero, si
bien un inglés á toda prueba, puesto que ni los
años y los desengaños le hacen retroceder en su
camino. Apostaría cualquier cosa á que el visitan-
te vino con objeto de averiguar la residencia de
Teresa, si bien tomándote á tí por pretexto.
—¿Pero sabe que vivimos juntas?
—EKse hombre lo sabe siempre todo... cuando
más descuidados estamos, aparece para decir: «Es-
pero á que enviudéis; pero no deseo la muerte á
vuestro esposo. » ] |
-—Es posible.