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leyes, y nadie puede perjudicar sus intereses, aun
cuando no sean legítimos, y en cambio puede pro-
ducir todos los daños que le acomoden.
Pero como de no tener nada 4 disfrutar de algo,
y de algo que formaría el patrimonio de la peque-
ña Julia, la diferencia era notabilísima, la resolu-
ción produjo la natural alegría. | |
Por lo material de da vida no tenían que pasar
- Apuros. ij
Entre lo que poseía Clo e, de pensión de
gares y el producto de los mermados bienes de Te-
resa, nada les impedía iilcarse hasta de ciertas
comodidades de que no todos pl disfrutar,
pues el Gobierno se veía forzado á i .Imponer cada
día nuevos tributos, y aun procediendo de este
modo, la carencia de metálico llegaba al extremo
de estar eee: diu de: las principales
atenciones del ejército, entre las que iguraba el
vestuario. | :
Que tales tiem pos habían Menedi. ue algunos
batallones parecían una turba de mendigos con
fusiles. | | | |
Tampoco andaban bien en el € campo carlista,
aunque disponían de grandes ve entajas sobre punto
tan liada como la decencia y el abrigo del
soldado, sobre todo en las provincias del Nort |
De aquí que el general Cástor, al ver las có
chas que habían seguido á la expedición del conde
de Negri, pensara en realizar lo que el caudillo
carlista, su compañero, no pudo lograr. A