-— ligencia.
580 LOS MÁRTIRES ESPAÑOLES
De la manera que les fué posible le explicaron
todo lo ocurrido.
Y dijo el niño:
—¿De modo que pronto podré verla?
—Es lo más probable; pero, como ya os he di: y
cho, las emociones pueden causarle la muerte, y...
—;¡Yo la curaré con mis besos!
El niño volvió al lado de su aya; pero no con la
alegría de siempre, sino lleno de pa e
cual si fuera un hombre.
Clotilde despertó, pero no tan despejada como
antes de dormirse. por lo cual fué posible eludir
sus preguntas, y abrigar la esperanza de que por
algunos días fuera fácil evitar que conociera la
verdad. |
Y he aquí por dónde aquellos que tantos es-
fuerzos habían realizado para curarla de la locura,
- estaban en el caso de desear que, cuando menos, .
no funcionara con toda regularidad aquella inte-
A
Como hasta el desenlace del drama que forzosa»
mente se desarrollaría, tenían que pasar algunas
- semanas, volvamos á Madrid, donde había circu-
lado la noticia de que el joven don Juan Prim
estaba sublevado en contra del regente, y que
- en Barcelona se pensaba -en proclamar * la Ria
- blica.
- Pero ¿por quién? |
— Según la versión de los carlistas convenidos y