584 LOS MÁRTIRES ESPAÑOLES
Kn cambio, era recibido en Inglaterra con los ho-
nores que la correspondían como regente de Espa
ña, y la prensa liberal de todos los países lanzaba
avatema contra los envidiosos é ingratos españo-
les que de tal modo desconocían el mérito y casti-
gaban las virtudes cívicas, y, sobre todo, la hon-
radez y probidad del duque de la Victoria.
Narváez, en primer término, y Córdova, los
Conchas y otros en segundo, creyeron haber lo.
grado su objeto.
También se las contó felices don Juan Prim,
aunque por ser de menor graduación que los otros
no podía aspirar al poder. ]
¡Grande fué el desengaño de todos!
España se iba cansando de militarismo, al cual
- achacaba sus desgrácias presentes, y pidió la pre-
_sencia de un hombre civil.
Y como había algunos que descollaban, y entre
todos sobresalía Sartorius, las cosas tomaron un
a aspecto bien distinto del que se esperaba por los
revolucionarios en sentido retrógrado. ]
Y fueron bastos en vez de espadas el triunfo « en el
juego de la política. |