LOS MÁRTIRES ESPAÑOLES 597
—No lo espero; mas si tal sucediera, tened en-
tendido que al contraer terceras nupcias cumpli-
-Tíais con un deber,
—Yo no amo á Pitt. |
—Tampoco amábais á vuestro primer marido,
Y por ello fué desgraciado.
-—Coulpa suya y no vuestra...
-—Mía más que suya, pues debí fingirle amor,
¡asiora por gratitud. |
—Érais muy joven; no sabías fingir... á más,
estábais enamorada de otro. Hoy han cambiado
todas las circunstancias, y, por ello...
-—¿Luego creéis que debo unirme á Pitt? -
—Yo. no creo nada; pero afirmo que lo que dis-
ponga el padre Ambrosio, eso será lo justo. tics
«dudar de su rectitud de miras?
—¡Ah!... eso no.
—Pues entonces... |
—Pero es fácil que se equivoque.
—Yo lo veo muy difícil.
—¿Por qué?
—Porque aquellos que miran las cosas ¿desapa-
“sionadamente, pocas veces se engañan... Y si el
hombre que ha de fallar en definitiva, sobre estar
desimpresionado, es un santo varón como el sacer-
- dote de que nos OCUpamos, para una vez qe ye-
Tre acertará en mil.
——¡Tanta es mi desgracia!....
-—No ofendáis á Dios.
—¿He sido feliz por ventura?