LOS MÁRTIRES ESPAÑOLES
Era el único que no hacía antesalas.
Razones tenía para ello.
Ballesteros comenzó por hacer presente al rey
al encargarse de la cartera de Hacienda, que da-
das las circunstancias por que pasaba el Tesoro era
indispensable para hacer administración, que. ésta
estuviera desligada por completo de la política.
—S$i el secretario de Hacienda —dijo—tiene DOS
cesidad de fijarse en las opiniones políticas de los |
españoles antes de adoptar un plan y ponerlo en - / |
ejecución, yo no puedo admitir la honra aus vues-
tra majestad me dispensa.
E Comprendió Fernando lo difícil que era atender
3 á tantas obligaciones sagradas ' como existían, en
Ñ tiempos como aquellos en que ya no llegaban bar-
- cos de América cargados de oro, y aunque le mo- :
lestaban las imposiciones, como le parecía peor
que llegara el día de que había hablado, en el cual
don Enrique el Doliente tuvo que empeñar sus ro- |
pas para comer, accedió, aun cuando dispuesto á a
poner veto á los actos de Ballesteros, tan pronto ÓN
como no obtuviera los resultados que se proponía.
Pero éstos resultados superaron desde un prin-,
cipio las esperanzas concebidas, y desde aquel mo- |
mento guardó á Ballesteros las más grandes aten: y
cas 0
' Inútil era que este ó aquel fuera á quejarse al
rey de los perjuicios que una AROMA del gran
hacendista le causara.
Pues Fernando oi bes sin vacilar:
TOMO l: