662 LOS MÁRTIRES ESPAÑOLES
—Lo cual puede motivar una tercera reacción,
mucho más funesta que las anteriores.
—Nosotros no podemos remediarlo: lo único que
está en nuestra mano, es rogar á Dios para que
nos dé aquello que nos convenga.
No se había equivocado el padre Ambrosio: el
paso gigantesco dado por el sucesor de San Pedro,
fué el explosivo que hizo reventar la mina.
Y el estampido fué tan grande, que el mismo
autor se sobrecogió.
¿Se había equivocado el Pontífice?
¿Se habían interpretado mal sus palabras?
No somos nosotros los llamados á decirlo ni á
calcularlo siquiera en una obra de la índole de la
presente. PE |
Pero sí diremos, que Pío IX, tan luego como vió
que los jefes del mundo amenazaban saltar, explicó
sus palabras quitándoles cuanta fuerza impulsiva
le fué dable.
Pero el mal no tenía remedio... Lo hecho, hecho
estaba. | :