664 LOS MÁRTIRES ESPAÑOLES
do á su esposa, y que ésta desempeñó tales funcio -
nes durante el último año de existencia de su ma:
rido.
Pero vamos á Montemolín.
Ya hemos dicho que se había democratizado, y
lo probaremos diciendo, que tan luego como gozó
de libertad, lo primero que hizo fué buscar un
maestro de baile, pues no quería hacer el papel de
<mirón> en las reuniones de sus amigos los ingle-
ses, y en las moradas de sus vasallos los « españoles.
Pero no sólo se dedicó al baile.
En honor á la verdad debemos decir, que tam-
bién pensó en instruirse; que recibía periódicos de
todas las opiniones, y que se mostraba condescen-
diente con todos los partidos monárquicos.
Tan luego como supo «que la reina doña Isabel
había elegido esposo», publicó un manifiesto lla-
mando á las armas á los defensores de su padre.
En él decía: |
<...Llegó, pues, españoles, el momento que tan
cuidadosamente quise evitar á costa de tantos sa-
crificios de vuestra parte y de la mía,
>Que fuera mengua para vosotros y mancilla
para mí, ser ahora menos esforzados que siempre
Os estimó la Europa...
>»No conozco partidos; no veo sino españoles y
todos ellos capaces de contribuir poderosamente
conmigo al grande objeto para que la Divina Pro-
videncia me reserva,