TAG LOS MÁRTIRES ESPAÑOLES
Pero todo esto era largo; y como nosotros pode-
mos abreviarlo, vamos al punto de residencia del
«santo», según la opinión firmísima de las gentes.
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Lo que Jamesthon había dicho, era rigurosa-
mente exacto. E
El espírito de Pitt había decaído de tal modo
quelo que el vulgo. llamaba «penitencia» tenía
otro nombre bien diferente...
El de «suicidio».
Pitt no comía lo necesario para vivir...
Pero no por abstinencia; sino porque ni aun
voluntad tenía para hentarsa á la mesa.
Todo le cansaba, todo le producía fastidio...
Hasta el olor de los manjares. ?
Tampoco dormía. |
Mas no por pasar las noches en oración...
- Sino porque el recuerdo de Teresa amen AZAba.
arrebatarle la razón.
En cambio decía misa con un fervor admira-
ble...
Pero que sólo le duraba hasta el momento de
consumir. )
Esto consistía, en que firme en la creencia de
que Dios vivo baja á las manos del sacerdote
cuando consagra, no perdía la esperanza de ser
perdonado y de recibir el bien apetecido.
Mas confiaba en vano... |
Cada día era un nuevo y terrible desengaño...