LOS MÁRTIRES ESPAÑOLES 803
Y el Gobierno se daba por satisfecho, con enviar
Cuerdas á Leganés, que solían terminar su viaje en
- los infiernos.
- Entre aquellos hombres había muchos inocentes: |
«quizás lo eran todos.
Que el que más sólo había llegado «á eco» de lo
que había oído.
¿Dónde? ¿Cómo?
¿Dónde? En cualquier parte, pues aquellas esce-
nas crapulosas que se atribuían á varias personas
desde las altas regiones donde fueron fundidos co-
' molos rayos de Júpiter en el quinto cielo, bajaban
hasta la taberna ó el puesto de verduras de la pre
Zuela.
Que en todas iio se hablaba de lo mismo, y
la policía se encargaba de castigar los efectos sin
buscar las causas.
En aquel estado de cosas cifraba el general
O'Donnell uno de los puntos en que se había de
- Apoyar para lanzarse sobre el poder á tiros.
Don Leopoldo era el porta-estandarte de la mo-
ralidad en aquella época, como algún tiempo des-
pués pretendieron serlo Prim, Serrano y Topete.
Pero «la breva> no estaba aún madura, como
- decía don Domingo Dulce, que en realidad estaba
: siendo el alma de todo, puesto que minaba la base
en que se apoyaba Narváez.
La Guardia civil. | |
Aquellas prisiones, aquellos destierros, que rea:
lizaba el Gobierno; tanta y tanta injusticia, valor