Full text: Tomo 2 (002)

  
  
  
  
    
   
LOS MÁRTIRES ESPAÑOLES 
—¿Y le salvásteis? 
—Salvé á los otros también. 
—¡Ah!... 
—La lancha estaba llena de agua, pero no se 
hundía: yo no sospechaba siquiera que aquel joven 
sesoltara, y acudí en socorro de los otros dos. Cuan- 
do llegaron á prestarnos auxilios, ya tenía yo á 
otro agarrado también á la lancha zozobrada... 
Cuando llegamos todos á la orilla, media población 
estaba esperándonos. 
— ¡Bien os recompensarían! 
—Tan bien, que aquel día sólo pude comer la so- 
pa... ni una safdina tuve para cenar. Las familias 
de los náufragos ni siquiera me habían visto, y col- 
maron de obsequios y agasajos á los que cuando 
llegaron no tuvieron otra casa que hacer más que 
recoger en sus lanchas á los que me debían la vida. 
—¿Pero no reclamásteis? | 
—¿Para qué? ¿Quién había de creerme? Los mis- 
mos á quienes libré de una muerte segura, no ha- 
bían de reconocerme. 
—Pero las gentes de tierra... | 
-. —Abhora veréis, pues aun cuando os parezca in- 
verosímil y absurdo, á lo ocurrido allí le debo ser 
contrabandista hoy. 
—Hablad, os escucho. cd 
—Tres días después, cuando hasta me había ol-. 
vidado de aquel suceso, se me acercó un fraile y me 
preguntó si sabía leer y escribir. «Poco y mal» le. 
contesté. Titubeó unos instantes, y luego me man- he 
  
   
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
   
  
  
    
	        
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